El Museo Nacional cerró sus puertas a las cuatro de la tarde del día 2 de septiembre, un caluroso domingo en Río de Janeiro, y una hora después, los últimos visitantes abandonaron el palacio de 13.600 metros cuadrados, la antigua residencia oficial de la monarquía brasileña, construida en el siglo XIX en la Quinta da Boa Vista, hoy un parque municipal situado en la parte norte de la ciudad. A las siete y media de la noche, los empleados de la institución llamaron al Departamento de Bomberos. Un incendio que aparentemente había comenzado en el segundo piso amenazaba con extenderse a través del edificio histórico. Algunos investigadores intentaron aún ingresar para retirar sus materiales de trabajo, pero el fuego pronto se salió de control y, a las diez de la noche, cubrió de cenizas y escombros la mayor colección de historia natural, arqueología y culturas indígenas y africanas de Latinoamérica, compuesta por más de 20 millones de artículos.
El incendio, que ardió durante seis horas antes de ser extinguido, echó a perder un patrimonio inmensamente rico. Alrededor de 2 millones de artículos estaban en otros edificios del complejo, y se salvaron. Del edificio histórico en sí, las paredes exteriores resistieron, pero gran parte del techo cedió, y los pisos enteros se colapsaron. Es posible que bajo el rescoldo haya objetos preservados en armarios más resistentes ubicados en las partes menos afectadas del edificio, que se puedan rescatar. Y es un gran aliento la recuperación de al menos algunos artículos de contenido histórico y científico insustituibles. Entre ellos, despunta el cráneo de Luzia, uno de los registros humanos más antiguos de América, con alrededor de 11 mil años; los sarcófagos y momias adquiridos por el emperador Pedro II; artefactos del reino africano de Dahomey donados a la familia imperial brasileña; y una colección de objetos rescatados de Pompeya, la ciudad romana destruida por la erupción del volcán Vesubio hace casi 2.000 años.
La identificación y la recuperación de estos objetos, que será un proyecto de rescate arqueológico coordinado por el equipo del museo, conforman la tercera fase de recuperación. La primera, ya iniciada, para la cual el Ministerio de Educación ha girado 9 millones de reales, incluye la instalación de apartaderos y un techo temporal, así como el apuntalamiento de paredes. Solo entonces se podrán completar los peritajes de la Policía Federal, liberando el acceso al equipo de búsqueda. Luego comenzarán los pasos de la reconstrucción del edificio y la reconstitución de las colecciones.
En los días posteriores a la tragedia, museos de Brasil y del extranjero se comprometieron a ceder piezas y ayudar a reconstruir el patrimonio. Las imágenes de las colecciones quemadas comenzaron a compilarse para preservar la memoria de lo que se perdió y, finalmente, reconstituir objetos con la ayuda de impresoras 3D. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha anunciado que su red de geoparques, áreas protegidas de patrimonio geológico de todo el mundo recolectará piezas para donarlas a la colección del museo. La Unesco también se comprometió a apoyar el trabajo que se realizará durante los próximos meses para identificar elementos de valor científico entre los escombros.
Todavía no hay recursos para la reconstrucción, que debería tomar al menos tres años y costar al menos 50 millones de reales. Durante años, la administración del Museo Nacional planificó construir un edificio para albergar todas las colecciones, dejando el edificio principal solo para exposiciones, pero nunca hubo recursos para hacer esa mudanza. El palacio no tenía un sistema de prevención de incendios. En junio, la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), de la cual depende el museo, la Asociación de Amigos de los Museos Nacionales y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) firmaron un contrato a través del cual la institución recibiría 21,7 millones de reales para iniciar un proyecto de modernización; empero, por imposición de la legislación electoral, el giro del dinero se pospuso a noviembre y ahora deberá canalizárselo hacia las obras de emergencia. En tanto, la recuperación de las colecciones será mucho más costosa y requerirá un trabajo que se extenderá durante al menos una década.