Los grupos humanos primitivos posiblemente ya habían adoptado la división de tareas según el sexo. El paleobiólogo Kevin Hatala, de la Universidad Chatham en Pittsburgh, Estados Unidos, y sus colaboradores, arribaron a esta conclusión tras analizar 408 huellas humanas fosilizadas descubiertas en el sitio arqueológico Engare Sero, al sur del lago Natron, en Tanzania, África oriental. Se trata del mayor conjunto de huellas humanas fósiles conocido. Ese yacimiento arqueológico tiene una edad estimada entre 5.800 y 19.100 años, y fue descubierto por habitantes pertenecientes a la etnia Masái, quienes en 2008 se lo mostraron a la geóloga Cynthia Liutkus-Pierce, de la Universidad del Estado de los Apalaches, también en Estados Unidos, una de las autoras del estudio. Al estudiar las huellas, los científicos identificaron 17 senderos, que habrían sido dejados al mismo tiempo por una caravana integrada por 14 mujeres, dos varones adultos y un joven de sexo masculino. Todos ellos marchaban en dirección al sudoeste, a velocidades que variaban entre 4 y 6 kilómetros por hora (Scientific Reports, 14 de mayo). La hipótesis de los investigadores indica que las mujeres viajaban en busca alimento, mientras que los varones solamente las acompañaban, un hábito adoptado aún en la actualidad por los pueblos de cazadores y recolectores de las etnias Ache y Hadza que habitan en la región. Las huellas de Engare Sero, sugieren los autores, podrían constituir una evidencia fósil directa del reparto del trabajo en función del sexo entre las comunidades humanas antiguas.
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