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Ecología

En libertad

Agutíes criados en cautiverio se adaptan a la vida silvestre y se reproducen

De regreso a la selva: un agutí reintroducido en el Parque Nacional de Tijuca, acompañado por una cría nacida en la naturaleza

Marco TerranovaDe regreso a la selva: un agutí reintroducido en el Parque Nacional de Tijuca, acompañado por una cría nacida en la naturalezaMarco Terranova

Los agutíes han regresado al Parque Nacional de Tijuca, en Río de Janeiro. El retorno de esos roedores a una de las más extensas selvas urbanas brasileñas es el resultado de un proyecto de reintroducción de la especie llevado adelante por biólogos y veterinarios de Río. Ariscos y frágiles, los agutíes habían comenzado a menguar en esa extensión de 4 mil hectáreas de Bosque Atlántico enclavada en la capital fluminense en los años 1970, y llegaran a ser considerados localmente extintos. De ese entonces hubo en el parque al menos un intento de recuperar la población de esos roedores, que cumplen un rol importante en la dispersión de semillas. Esta vez, la experiencia parece haber sido exitosa, al menos a corto plazo. Los animales que empezaron a ser reintroducidos en 2010 mostraron estar cómodos en el monte en poco tiempo, alimentándose solos y caminando por áreas alejadas del lugar donde se los soltó. Ocho meses después fue avistada la primera cría nacida en la naturaleza.

Este éxito inicial en la reintroducción de los llamados agutíes brasileños (Dasyprocta leporina) en su ambiente nativo se debe a un proceso de suelta gradual implementado por el biólogo Bruno Cid, integrante del equipo de Fernando Fernandez en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). La estrategia abarcó dos etapas –una de cuarentena y otra de aclimatación– antes de la concreción de la suelta. En la primera etapa, agutíes nacidos y criados en un parque del centro de Río fueron llevados al zoológico de la ciudad, donde se los alimentó y fueron examinados por biólogos y veterinarios durante dos meses en promedio. En la segunda etapa, los animales sanos fueron enviados a pasar un período de aclimatación en un área cercada en medio del monte, en el Parque de Tijuca. Durante la aclimatación, los investigadores le agregaron frutos y semillas de estación a la dieta de los agutíes, tal como podrían hallarlos en la selva. Más o menos tres semanas después de trasladarlos al monte, se los soltó en el bosque.

Del total de agutíes reintroducidos, once se adaptaran bien a la vida silvestre. En tanto, otros 10 murieron antes de que los soltaran, debido a peleas entre los machos o al ataque de perros que invadieron el vallado durante la aclimatación. Al monitorear el desplazamiento de los roedores, los científicos constataron que días después de la suelta, la mayoría de los agutíes se alimentaban solos, sobre todo con los frutos del árbol conocido como cutieira [Joannesia princeps] y del palmito dulce, consumido también por aves del Bosque Atlántico. Sin embargo, la mayor señal de éxito surgió de que los agutíes lograron reproducirse: 234 días después de sueltos, uno fue visto con una cría. Desde entonces, los investigadores han avistado otras 10 crías cerca del área de aclimatación. Se estima que la cantidad actual de agutíes en el parque ascendería a 45 ejemplares, número aún insuficiente para repoblar toda la región.

Los agutíes, hasta hace poco tiempo considerados extintos en el parque, pueden ayudar a preservar la selva. Estudios han demostrado que esos roedores colaboran en la dispersión de semillas de diversas especies de plantas. Los agutíes que se adaptaron a la vida libre enterraban semillas de especies nativas del Bosque Atlántico como la cutieira, y de especies exóticas, como el árbol de jack. “La reintroducción de animales dispersores de semillas puede constituir una importante herramienta de recuperación de fragmentos degradados de Bosque Atlántico”, dice Bruno Cid.

Al igual que otros animales, los agutíes comen algunas semillas y entierran otras para los períodos de escasez. Como se mueven constantemente por la selva, se olvidan de las semillas, que germinan y dan origen a nuevas plantas. “Esas semillas enterradas tienen más posibilidades de germinar”, dice el biólogo Caio Kenup, alumno de maestría de la UFRJ que estudia la dinámica poblacional de los agutíes en Parque de Tijuca. En ocasiones, estos animales también se roban las semillas entre ellos, con lo cual amplían la dispersión. “Basta con que el suelo aparente haber sido revuelto para que los agutíes busquen allí semillas”, comenta el biólogo Paulo Roberto Guimarães, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), quien desde hace más de 10 años estudia la dispersión de semillas que realizan estos animales.

Un regreso difícil
La experiencia de Parque de Tijuca refuerza la idea de que no es fácil hacer que animales silvestres nacidos en cautiverio o en la naturaleza y después capturados se adapten a la vida en libertad. Al ponerlos nuevamente en su ambiente natural, algunos no logran alimentarse solos, pierden peso y se vuelven presas fáciles de los predadores. Otros no logran regresar a los lugares donde vivían antes de su captura. Una de las razones de ello es que las áreas forestales se están achicando, sobre todo cerca de las grandes ciudades.

El hecho es que los intentos de reintroducción de los que se tienen noticias en Brasil exhiben un alto índice de fracaso, con excepción del caso del tití león dorado, cuya población en áreas de preservación aumentó como resultado de los esfuerzos de conservación.

Aunque por ahora ello explique el exitoso retorno de los agutíes al Parque de Tijuca, la reintroducción en etapas debe perfeccionarse, según Bruno Cid. El período de aclimatación, por ejemplo, puede ser estresante para los animales, pero de todos modos resulta necesario. “Si quemamos alguna etapa, el riesgo de que los animales no se adaptan a la vida en libertad aumenta. Lo importante es definir un protocolo que indique el tiempo que los ejemplares deben pasar en cada etapa”, afirma Cid, quien desarrolla su doctorado bajo la dirección de Fernando Fernandez en el Laboratorio de Ecología y Conservación de Poblaciones de la UFRJ. Fernandez y su grupo pretenden valerse de la misma estrategia en la reintroducción de carayás en Parque de Tijuca y de tapires en un área que aún está por definirse, como parte del proyecto Refauna, que intenta restablecer interacciones ecológicas y restaurar poblaciones perdidas por la defaunación del Bosque Atlántico.

En Minas Gerais, científicos están evaluando la eficacia de la adaptación gradual en la reintroducción del paujil piquirrojo (Crax blumenbachii), un ave del Bosque Atlántico amenazada de extinción. Desde 1990, han trasladado 78 animales de 2 años de edad, cuando están llegando a su madurez sexual, a un área del bosque, como parte de un proyecto coordinado por la fundación Crax Brasil y por la empresa Cenibra. “Todos pasaron por exámenes médicos veterinarios y permanecieron entre cuatro y nueve meses en un vivero de aclimatación antes de que se los soltara”, explica Joana Carvalhaes Borba de Araújo, maestranda responsable de la investigación coordinada por el profesor Adriano Chiarello, de la Universidad de São Paulo (USP) en Ribeirão Preto. El objetivo ahora es evaluar el éxito de la reintroducción de esos animales 25 años después de su comienzo.

Artículo científico
CID, B. et al. Short-term success in the reintroduction of the red-humped agouti Dasyprocta leporina, an important seed disperser, in a Brazilian Atlantic Forest reserve. Tropical Conservation Science. v. 7, n. 4, p. 796-810. 2014.

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