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Genética

La interacción entre 24 genes controla la monogamia

Zeynel Cebeci/ Wikimedia Commons El pájaro monógamo Anthus spinoletta, encontrado en el sur de Europa y de Asia, analizado en el estudioZeynel Cebeci/ Wikimedia Commons

La monogamia es un comportamiento complejo que, en el transcurso de la evolución, surgió varias veces y de modo independiente en diferentes grupos de animales. En busca de semejanzas en el cerebro de especies monógamas, el grupo coordinado por la evolucionista Rebecca Young y por el neurocientífico Hans Hofmann, ambos de la Universidad de Tejas, Estados Unidos, analizó la activación de genes en el cerebro de cuatro grupos de animales: peces, anfibios, aves y mamíferos (PNAS, 7 de enero). Escogieron dos especies (una monógama y otra polígama) en los tres primeros grupos, además de dos especies monógamas y dos polígamas de mamíferos. La monogamia, en este caso, significaba que las parejas vivieran juntas al menos una estación reproductiva, compartieran el cuidado de la cría e se empeñaran en defenderla. La sorpresa fue encontrar, en el cerebro de animales tan diferentes, una firma de actividad génica similar para las especies monógamas respecto a 24 genes. Algunos genes están vinculados al desarrollo neural, al envío de señales entre las células y al aprendizaje y la memoria. Un cerebro más adaptable y propenso a reconocer a la familia parece esencial para la vida a dos y a la supervivencia de la cría. El sapito peruano Ranitomeya imitator fue el único que mostró una diferencia respecto al estándar: algunos de los genes menos activos en las otras especies monógamas estaban más expresados en él. Se especula con que este anfibio haya seguido un rumbo evolutivo distinto. En estos sapos de colores y piel envenenada, la norma es que los padres son los cuidadores, no las madres. El estudio propone un análisis amplio de la actividad génica como modo de investigar la evolución de comportamientos complejos. La búsqueda de genes específicos para el origen de la monogamia no parece tener sentido: peces, anfibios, aves y mamíferos compartieron un ancestro hace aproximadamente 450 millones de años. Los genes de la monogamia ya estaban allí, pero parecen entrar en acción solo cuando el contexto conviene a la especie.

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