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Trayectorias

La naturaleza en el museo

La profesión de taxidermista ayuda en los estudios taxonómicos, ecológicos, biogeográficos y ambientales

Eduardo Cesar En el Museo de Historia Natural de Taubaté, en el interior paulista, expertos mantienen la estética de los animales y simulan el ambiente en que vivíanEduardo Cesar

Los ojos impávidos, las narinas humedecidas, el pelaje reluciente. El hiperrealismo promovido por la taxidermia, a primera vista, causa fascinación y extrañeza. Al hacer que animales inanimados parezcan vivos, esta área suscita el interés de instituciones de investigación y de enseñanza de Brasil, pues hace posible la conservación de especies raras o amenazadas de extinción, amén de ayudar en la identificación y en la clasificación de variedades muy parecidas entre sí. A su vez, la exposición de animales disecados en museos se ha revelado como una importante herramienta didáctica para los estudios ambientales. Poco conocida, la profesión de taxidermista se presenta como una opción de carrera para los interesados en preservar los animales para estudios científicos.

La taxidermia tiene por objeto mantener la estética de los animales, reconstruyendo sus características físicas y, en ocasiones, simulando el ambiente en que vivían. Se trata de una profesión que demanda habilidad manual y experiencia teórica en diversas subáreas de la biología, tales como la anatomía, la morfología y la ecología, según el taxidermista Marcelo Felix, del Laboratorio de Ornitología del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (MZ-USP). Felix explica que los profesionales que trabajan en esta área actualmente en Brasil son muy especializados y escasos. “Como no existen carreras técnicas o universitarias, la mayoría de los profesionales se inician en cursos informales o en pasantías en institutos de investigación y en museos”, comenta. Según Felix, es posible encontrar cursos de taxidermia organizados esporádicamente por el Museo Nacional de Río de Janeiro y por el Museo Paraense Emílio Goeldi, en Belém. La taxidermia también se ofrece en la carrera de posgrado de la Universidade de Santo Amaro, en São Paulo.

Eduardo Cesar Profesionales trabajan en la pasantía final de preparación de un tapir arrollado en una carreteraEduardo Cesar

Pese a ser una carrera técnica, los interesados deber cursar las carreras de biología, veterinaria o zootecnia, y es recomendable hacer un posgrado en zoología para luego buscar pasantías en museos, en la propia universidad o en los institutos de investigación. En esas pasantías, el profesional aprenderá las técnicas de preparación de los animales. Por ley, la comercialización de piezas disecadas está prohibida en Brasil. Esta práctica es permitida únicamente con fines de investigación o enseñanza. El trabajo del profesional recién empieza cuando o animal muerto se destina a jardines zoológicos, instituciones científicas o museos.

Marcelo Felix trabaja en esta profesión desde 2008. Entró en contacto con la actividad por primera vez poco antes de concluir su carrera de grado en biología en el Centro Universitario Adventista de São Paulo. “Participé en un taller sobre el tema y conocí al museólogo y taxidermista Emerson Boaventura, quien en ese momento prestaba servicios para el MZ-USP”, comenta. “Fue él quien me orientó en mis primeros pasos en el área”. Durante la pasantía con Boaventura, Felix aprendió las técnicas del proceso de disecación de un animal. El primer paso consiste en retirarle la piel, separándola del cuerpo aún con las vísceras (vea la infografía). La piel se sumerge en una solución con ácido cítrico y sal, para su descontaminación y para la preservación de sus características, mientras que el cuerpo se congela. Al cabo de algunos días, se descongela el cuerpo y se retira la piel de la solución.

División de Difusión Cultural del MZ-USP El hiperrealismo puede ayudar a los investigadores en los estudios morfológicosDivisión de Difusión Cultural del MZ-USP

En una nueva fase, los taxidermistas revisten el cuerpo con un plástico y posteriormente lo enyesan. Algunas horas después, el yeso se desprende del esqueleto y se lo rellena con espuma de poliuretano, y así adquiere la forma exacta del molde y se solidifica al cabo algunas horas. Por último, se pone en cada pata y en la cabeza del animal un trozo de alambre sujeto a la espuma para que las extremidades y la cabeza permanezcan parcialmente móviles y le permitan al taxidermista poner al animal en la posición deseada. Al final del proceso, se cose la piel alrededor del molde esculpido.

Este trabajo es definido como un arte refinado y complejo por la taxidermista Maria da Graça Salomão, del Instituto Butantan. La especialista también conoció esta profesión durante su carrera en biología en la Facultad de Ciencias y Letras Farias Brito, en la localidad de Guarulhos. “Durante la maestría, en 1983, mi director de tesis me exigió que yo guardase y conservase las muestras de animales analizadas en mi investigación”. Fue entonces cuando Salomão empezó a aprender las técnicas de preparación y conservación de los animales recolectados. Cuando fue al Butantan, en 1987, trabajó con la taxidermia de réptiles y arácnidos. “Nuestra colección cuenta con animales preservados hace más de 100 años”, dice. Su experiencia en el área le permitió escribir, junto con otros investigadores, el libro intitulado Técnicas de coleta e preparação de vertebrados (Instituto Pau Brasil de Historia Natural, 2002), en el cual explica técnicas de conservación de aves, mamíferos y anfibios, entre otros.

La disecación de animales es una práctica antigua. En Europa, se sabe que esta actividad tuvo un gran desarrollo durante el período del Renacimiento, y cobró fuerza en el siglo XVIII como consecuencia de la intensificación de las expediciones científicas y del deseo de conocer mejor, y detalladamente, nuevas especies de animales. En Brasil, la actividad estaba bastante difundida entre las décadas de 1930 y 1960, debido a la legalización de la caza de animales silvestres. En enero de 1967, una ley federal determinó la prohibición de la caza y la comercialización de especímenes de la fauna brasileña. Así fue como la taxidermia perdió relevancia en el país. En esa época se rellenaba a los animales con alambre y paja ‒de allí que se dijera que eran animales “empajados”‒ y se los exponía como trofeos. El problema es que el uso de esos materiales comprometía la fidelidad corpórea de los animales, que terminaban quedando levemente deformados.

A los animales disecados expuestos en colecciones didácticas de museos de historia natural, laboratorios o zoológicos, en general se los encuentra muertos en la naturaleza. De estar en buen estado se los restaura y se los expone en museos. En otros casos, los obtienen los propios investigadores durante su trabajo de campo. No es raro que los animales queden expuestos con datos sobre el lugar en que se los recolectó, con información científica y conductual y con registros fotográficos. Los científicos emplean esa información como base para la identificación de nuevas especies. “Los investigadores comparan las características físicas entre el animal disecado y el hallado en la naturaleza”, explica Felix. Asimismo, los ejemplares ayudan en el desarrollo de estudios morfológicos sin necesidad de que el alumno o el investigador tengan que ir al hábitat del animal.

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