Las ciudades se han convertido en refugios relevantes para los murciélagos. De las 178 especies de este grupo de mamíferos encontradas en el país, hay 84 ‒casi la mitad de ese total‒ que viven en centros urbanos, fundamentalmente en parques o fragmentos forestales, según indica un estudio realizado en la Universidad Federal de Paraíba (UFPB) y publicado en diciembre de 2016 en la revista Urban Ecosystems. Dicho trabajo, elaborado con base en el análisis de 111 artículos científicos, registra la existencia de murciélagos en 65 ciudades brasileñas.
En el sur y en el sudeste de Brasil, la especie más común es el Artibeus lituratus, un consumidor de frutos que posee rayas blancas en su cabeza, y que vive solo o en pequeñas colonias en las copas de los árboles o en sótanos, gabinetes de aire acondicionado, garajes y tejados. Aparte de los frugívoros, existen especies que se nutren de insectos, y otras lo hacen del néctar de las flores. Los hematófagos, muy raros en los centros urbanos, se alimentan de sangre de vacas, caballos y aves, y si bien existen sólo tres especies de éstos en el mundo, son los principales responsables de la imagen negativa de estos animales.
Los investigadores de la UFPB se sorprendieron al encontrar una diversidad de especies tan alta en las áreas urbanas, pero también se inquietaron. “”Debemos analizar la salud de los murciélagos que viven en las ciudades, pues ya hemos visto que el ambiente urbano puede perjudicar a otros mamíferos silvestres, que están teniendo menos crías y alimentándose mucho más que los de los bosques a causa de la basura”, dice el biólogo Pedro Estrela, docente de la UFPB y coordinador del grupo responsable de ese estudio. “En João Pessoa, capturamos murciélagos con heridas o con alopecia ‒falta de pelo‒, que son posibles indicadores de estrés”, asevera la bióloga Hannah Nunes, integrante del equipo.
Los estudios que se llevan a cabo en la capital del estado de Paraíba están indicando cómo se puede vencer a los mayores enemigos de esos animales: el prejuicio y la falta de información. Si bien generalmente son inofensivos, los murciélagos a menudo inspiran miedo y repugnancia entre la gente. Pese a que están protegidos por ley pues son animales silvestres, son hostilizados y en general eliminados por habitantes disconformes porque entran en sus salas de estar, sus baños o sus garajes. Capaces de asustar fácilmente cuando salen al anochecer en bandadas de sus refugios ‒hendijas existentes en edificios, troncos de árboles, cielorrasos de casas–, a los únicos mamíferos voladores raramente se los valora por su papel ecológico, que beneficia a las personas, ya que son voraces consumidores de insectos, polinizan flores y dispersan semillas, y de este modo favorecen la multiplicación de las plantas.
“El acto de mostrar a los animales ayuda mucho a superar los prejuicios”, sugiere Nunes. En 2014 y 2015, la investigadora salió en busca de murciélagos en el área urbana de João Pessoa y capturó 3.427 ejemplares de 23 especies, fundamentalmente en los fragmentos forestales. Según la bióloga, los habitantes que acompañaban las capturas se sorprendían al tener a los murciélagos cerca de ellos y ver que su pelaje es similar al de los perros.
En el Gran São Paulo viven 43 especies ya identificadas –las más comunes son las del género Artibeus, presentes principalmente en los parques–, de acuerdo con los estudios del Centro de Control de Zoonosis (CCZ) de la capital paulista junto a otras instituciones. Adriana Ruckert, bióloga del CCZ, ha venido observando la adaptación de los murciélagos a los ambientes urbanos. Los ha hallado en lugares ruidosos tales como talleres de costura y fábricas, pese a que tienen una audición sensible. “Le tienen miedo a la luz, pero aprovechan los postes de alumbrado público para cazar insectos”, dice la investigadora.
El equipo del CCZ recibe en promedio tres pedidos de ayuda diarios de personas desesperadas ante un inesperado murciélago que entró por la ventana, se escondió en la toalla del baño o se metió detrás de un armario de la cocina. De acuerdo con el equipo del CCZ, hay mucha falta de información. “Una persona nos trajo una golondrina que creía que era un murciélago”, comenta Ruckert. “Cierta vez, una mujer llamó para denunciar la existencia de un murciélago inmenso, con alas negras y pico, posado en su ventana. Era un zopilote…”
La falta de información ha derivado en situaciones extremas de crueldad y compasión. Más de una vez, el equipo de Ruckert ha recibido murciélagos sin cabeza, porque ciertas personas creen que debe decapitárselos, habida cuenta de los significados negativos que portan: su identificación con figuras míticas de la literatura como los vampiros, por ejemplo. Y lo contrario también sucede. Una mujer llamó para preguntar cómo cuidar a un murciélago al cual estaba intentando infructuosamente darle leche. En Cotia, en el Gran São Paulo, un Myotis nigricans, que es insectívoro, fue encontrado caído en el patio de una casa y unos niños querían cuidarlo. El equipo del CCZ les solicitó que entregasen el animal y recomendó que los niños empezasen urgentemente a tomar el suero y que se les aplicase la vacuna contra el virus de la rabia, tras su detección en el murciélago. “Cuando se dejan capturar, los murciélagos pueden tener rabia”, dice la investigadora.
Por una convivencia pacífica
De los 400 murciélagos recolectados en promedio anualmente en la capital paulista y examinados en el CCZ, entre tres y cuatro son portadores del virus de la rabia, el agente causal de enfermedades más común, que es transmitido por estos animales. De las 84 especies del estudio nacional, 27 portaban al menos uno entre los 11 tipos de agentes causantes de enfermedades ya registrados, fundamentalmente el virus de la rabia (el 75% de los casos).
El CCZ, además de la rabia, investiga otras enfermedades relacionadas con los murciélagos. En uno de los laboratorios, la bióloga Adriana Menezes se encarga de los test realizados regularmente en busca del hongo Histoplasma capsulatum en las vísceras y en los excrementos de los murciélagos. El H. capsulatum puede provocar infecciones graves en personas con las defensas orgánicas debilitadas (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 243), pero las personas sanas también pueden padecer problemas, según la investigadora: “La gravedad de la infección varía de acuerdo con la intensidad de la exposición al hongo y la demora en el diagnóstico”.
En diciembre de 2016, Adriana Menezes detectó este hongo en muestras de materia fecal de murciélagos del municipio de São Paulo mediante una técnica que implementó en su laboratorio, la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real. En enero, con la misma metodología, otro análisis dio positivo. Ahora, mediante este test, el resultado sale el mismo día, cuando antes tardaba alrededor de 50 días, pues debía cultivarse el hongo para su posterior identificación. Con base en ello, los biólogos pueden alertar a los habitantes de las áreas de recolección de materia fecal para limpiar los cielorrasos de las casas empleando mascarillas, para evitar la propagación de ese hongo.
Con sus colegas del CCZ, del Programa de Conservación de Murciélagos de Brasil (PCMBrasil) y voluntarios, Adriana Ruckert organiza desde hace tres años el Día del Murciélago, el 1º de octubre, recreando cavernas, huecos de árboles y tejados de viviendas. En el año 2016, esa actividad reunió a 300 niños y adultos en el Parque Ibirapuera. Y la investigadora también elaboró el folleto intitulado Dez motivos para gostar de morcegos [Diez motivos para que te gusten los murciélagos], que recuerda que esos animales comen centenas de insectos en pocos minutos. A su vez, los biólogos del Instituto Butantan crearon la Guia para convivência com morcegos [Guía para la convivencia con los murciélagos], donde se ve que un murciélago que entra por la ventana de una casa casi siempre está tan asustado como las personas que allí se encuentran (lea en el recuadro), por ejemplo. El equipo del Butantan organiza encuentros con escuelas y caminatas por el monte del instituto, en el cual viven 11 especies identificadas de murciélagos. “La observación de los murciélagos es una forma de conectarse con la naturaleza, al igual que es posible hacerlo con las aves, las mariposas, los titíes y otros animales que viven en las ciudades”, dice la bióloga Erika Hingst-Zaher, coordinadora del Observatorio de Aves del Butantan.
Proyecto
Estudio de la prevalencia de Histoplasma capsulatum y Sporothrix spp. en muestras ambientales de áreas urbanas de la ciudad de São Paulo (nº 14/06571-2); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigadora responsable Adriana Araujo Reis Menezes (CCZ-SP); Inversión R$ 126.221,14
Artículo científico
NUNES, H. et al. Bats in urban areas of Brazil: Roosts, food resources and parasites in disturbed environments. Urban Escosystems. 2016 (en prensa).