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Genética de poblaciones

Los últimos tupiniquines

Indígenas del estado de Espírito Santo pertenecen a la etnia que arribó a la costa brasileña hace 1.200 años y se toparon con los colonizadores en la época del descubrimiento

Indios tupiniquins dançam em comemoração à demarcação de suas terras em Aracruz, em 2007

El municipio de Aracruz, ubicado a 80 kilómetros al norte de Vitória, la capital del estado brasileño de Espírito Santo, alberga a unos 2.500 individuos en tres tierras indígenas distribuidas en una superficie de 18 mil hectáreas, que equivale a poco más de la décima parte del territorio que ocupa la ciudad de São Paulo. La mayor parte de ellos (alrededor de un 95%) declaran pertenecer a la etnia Tupiniquim, la misma que recibió a los navegantes portugueses allá por 1500 y posteriormente fue diezmada a punto tal desaparecer de los registros históricos y demográficos oficiales durante casi un siglo.

Un análisis genético publicado en la edición de enero de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) confirma lo que el relato de ese pueblo ya sugería: los tupiniquines, de hecho, nunca se extinguieron, aunque la disminución de su población original los haya llevado a mestizarse con descendientes de europeos y africanos. La certificación biológica de que esos indígenas de Aracruz son de la etnina Tupiniquim los convierte, junto con los tupinambás, de Bahía, y los potiguaras, de Paraíba, en los únicos representantes vivos de los pueblos tupíes que habitaban el litoral cuando los europeos arribaron a las tierras de lo que luego sería Brasil. La reafirmación de que esta etnia que habita en Espírito Santo es originaria del litoral posibilitó que su ADN fuera utilizado para reconstruir la trayectoria que los tupíes, descendientes de grupos aborígenes del sudoeste de la Amazonia habrían recorrido hasta llegar a las costas del continente hace aproximadamente unos 1.200 años.

Los investigadores brasileños llegaron a las conclusiones presentadas en el artículo de la revista PNAS al comparar las características genéticas de los tupiniquines de Aracruz con las de los integrantes de otros 14 pueblos indígenas actuales y extintos de América (entre ellos, los mbyá guaraníes, originarios del sur de Brasil, y otras etnias de la Amazonia, tales como wajãpis, parakanãs y gaviões), además de europeos y africanos. El material genético de los tupiniquines y de los mbyá guaraníes lo obtuvieron los médicos Alexandre da Costa Pereira, del Instituto del Corazón de la Universidad de São Paulo (InCor-USP), y José Geraldo Mill, de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes), quienes desde hace 15 años monitorean la salud de los integrantes de esas dos etnias. El genetista Francisco Salzano (1928-2018), de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), recolectó muestras de sangre de los otros grupos en viajes realizados a la Amazonia, e incluso revisó una versión preliminar del artículo antes de su fallecimiento, en 2018, a los 90 años.

La genetista Tábita Hünemeier y su equipo en el Instituto de Biociencias de la USP cotejaron el material genético de los aborígenes de Espírito Santo con los de otras etnias brasileñas y constataron que, en promedio, el 51% del ADN de los tupiniquines es de origen americano nativo (un 26% es de origen europeo y un 23% africano). Entre los mbyá guaraníes, que en los años 1960 migraron desde Rio Grande do Sul a Aracruz, ese porcentaje de material genético indígena es mayor. Ellos poseen, en promedio, un 77,3% de ADN nativo americano, un 15,6% europeo y un 7,1% africano. Otras tres etnias que se estudiaron exhaustivamente (Wajãpi, Parakanã y Gavião) no conservan vestigios de mestizaje con europeos y africanos.

El colapso poblacional que experimentaron los tupiniquines explica el mayor grado de mestizaje. Cuando Pedro Álvares Cabral y sus navíos arribaron a la región de Porto Seguro, en el sur del actual estado de Bahía, en abril de 1500, unos 3 millones de indígenas ocupaban lo que hoy es territorio brasileño, según estimaciones del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). En el litoral brasileño los nativos eran alrededor de 900 mil, una cifra casi similar a la población de Portugal en la época. Los tupiniquines sumaban por ese entonces aproximadamente 90 mil individuos, un número ahora confirmado a partir de los análisis genéticos, y ocupaban un tramo de la costa que se extendía desde el sur de Bahía hasta São Paulo. Hacia 1760, la población de esa etnia había disminuido a alrededor de 3 mil integrantes y en 1876 eran solamente 55 individuos. Hoy en día son unos 2.400 tupiniquines, que habitan casi exclusivamente en Aracruz. Viven en casas de mampostería de cemento y solo hablan portugués. Su lengua original, una de las 41 del tronco lingüístico tupí, se perdió con la mengua de la población y el mestizaje.

“El grado de ascendencia indígena de los tupiniquines todavía es muy alto, si bien hay individuos bastante mestizados”, comenta el genetista Marcos Araújo Castro e Silva, quien realiza un doctorado bajo la supervisión de Hünemeier en la USP y es el primer autor del artículo publicado en la PNAS. “Incluso después de haber estado al borde de la extinción, ellos consiguieron preservar bastante de su ascendencia nativa americana”, añade la genetista. Tan solo a modo de comparación, la ascendencia nativa americana es, en promedio, de un 7% entre la población brasileña en general.

O desembarque dos portugueses no Brasil ao ser descoberto por Pedro Álvares Cabral em 1500. Dibujo de Alfredo Roque Gameiro (1864-1935)

Al analizar cómo las variaciones genéticas características de cada pueblo se modifican con el tiempo, Silva y Hünemeier identificaron tres pulsos importantes de mestizaje de los tupiniquines. El primero, con los europeos, se produjo hace 11 generaciones (hace alrededor de 300 años) y coincidió con el ciclo económico de la minería, al comienzo del siglo XVIII, cuando la población de inmigrantes europeos en Brasil pasó de 300 mil a 3 millones de personas y los nativos fueron esclavizados masivamente. El segundo gran mestizaje habría ocurrido casi un siglo después, con la intensificación del arribo de esclavos africanos posterior a la llegada de la familia real al país, en 1808. El último pulso de mestización, con europeos y africanos, comenzó hace cinco generaciones –hacia el final del siglo XIX, con la abolición de la esclavitud y el arribo de nuevas oleadas de inmigrantes europeos que sustituyeron la mano de obra negra– y continúa hasta los días actuales.

El porcentaje de ADN nativo americano de los tupiniquines indica que no se mezclaron con otros pueblos indígenas actuales. “Su perfil genético es diferente al de todos los otros grupos”, informa Hünemeier. Para la investigadora, ese dato confirma que aquellos indígenas que se autodeclaran como pertenecientes a la etnia Tupiniquim pertenecen, en efecto, a ese grupo étnico. “La demostración de que los tupiniquines poseen una identidad genética distinta a la de los demás pueblos es de importancia para poder identificarse como grupo”, dice Mill, de la Ufes, coautor del estudio.

Los tupiniquines nunca se extinguieron, pero la mengua de su población los indujo a mestizarse con descendientes de europeos y africanos

El análisis de similitud genética entre los tupiniquines y otros pueblos indígenas actuales reveló que están más emparentados con las etnias Urubú-Ka’apor, de Maranhão, y Parakanã, de Pará y Tocantins, pueblos que hablan lenguas pertenecientes al tronco tupí del norte de Brasil, que con los mbyá guaraníes, también hablantes de una lengua tupí, pero en este caso la del sur del país. Los tupiniquines y los mbyá guaraníes comparten ancestros comunes, que habrían habitado hace alrededor de 3 mil años en la Amazonia. Estas informaciones les permitieron a los científicos recrear, con base en datos genéticos, las rutas que los pueblos con lengua tupí, originarios del sudoeste de la Amazonia, habrían recorrido cuando iniciaron, hace alrededor de 2 mil años, una gran dispersión poblacional, a la cual se la denomina expansión tupí. Como resultado de esa expansión, las poblaciones ancestrales se habrían desplazado al menos unos 4 mil kilómetros y llegaron al litoral hacia el año 800 de nuestra era, sustituyendo a los antiguos habitantes de la costa –aborígenes cazadores y recolectores que enterraban a sus muertos en sambaquíes (montículos de conchas) y probablemente integraban grupos que hablaban lenguas del tronco ye, como los actuales xavantes– y dando origen a pueblos tales como el Tupinambá y el Tupiniquim.

Antropólogos y lingüistas discuten desde hace décadas por cuáles caminos se habrían diseminado por el país los pueblos hablantes de lenguas tupíes. Según la hipótesis más antigua, planteada en 1927 por el antropólogo suizo-argentino Alfred Métraux (1903-1963) y posteriormente avalada por otros grupos, los antepasados de los pueblos con lengua tupí habrían salido de la Amazonia rumbo al sur y se asentaron en los territorios que actualmente corresponden a Paraguay, Bolivia, Uruguay y el estado brasileño de Rio Grande do Sul, donde surgieron los Guaraníes. Más tarde, siguiendo los cursos de los afluentes del río Paraná, habrían llegado al litoral. Métraux y posteriormente otros antropólogos, entre ellos el del matrimonio estadounidense integrado por Betty Meggers (1921-2012) y Clifford Evans (1920-1981), fundamentaron esa hipótesis en hallazgos arqueológicos, informaciones lingüísticas y datos ambientales de miles de años atrás. Hay indicios que sugieren que la reducción de las áreas selváticas como consecuencia de los cambios climáticos de aquella época, habrían forzado a los antepasados de los hablantes de lenguas tupí, que vivían de la caza, pesca y recolección de frutos, a migrar en busca de alimentos.

 

A mediados de los años 1980, el arqueólogo gaúcho José Proenza Brochado presentó una hipótesis diferente. Había evidencias de que los ancestros de los pueblos con lengua tupí ya fabricaban objetos de cerámica y practicaban una forma rudimentaria de agricultura. Con base en la evolución de la cerámica de los pueblos actuales, tales como los de las etnias Tupinambá, del litoral, y Guaraní, del sur del país, ambos de ascendencia tupí, Brochado planteó que las poblaciones primigenias habrían partido de una zona central de la Amazonia rumbo al noroeste, siguiendo el curso del río Amazonas y, posteriormente, hacia el litoral, llegando hasta el actual estado de São Paulo. Más tarde, ellos habrían abandonado la costa dirigiéndose hacia el sur, donde dieron origen al pueblo Guaraní. De acuerdo con esa hipótesis, el motivo de la migración no habría sido el clima, sino el incremento continuo de la población y la necesidad de nuevas tierras para producir alimentos. Más adelante se habría producido una migración de los guaraníes del sur de Brasil hacia el litoral, que llegaron a Espírito Santo en los años 1960.

El estudio de PNAS avala la segunda hipótesis. Los datos genéticos sugieren que hubo dos oleadas migratorias que se originaron en la misma región de la Amazonia y fueron casi simultáneas. “Se trata de datos que aporta la biología que corroboran la hipótesis de Brochado casi 50 años después”, recuerda el arqueólogo Eduardo Góes Neves, de la USP, quien realiza excavaciones en la Amazonia con el propósito de entender la expansión tupí. “Los datos arqueológicos que obtuvimos en los últimos 10 años propician una explicación mixta: el centro de dispersión estaría ubicado en el sudoeste de la Amazonia, tal como sugirió en primera instancia Métraux, pero la escisión de los antepasados de los tupíes de la costa y de los tupíes del sur habría ocurrido ya en la Amazonia, tal como lo planteó Brochado”.

Para Eduardo Tarazona, genetista de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), quien también estudia a los antepasados de los brasileños, un aporte importante del estudio actual radica en que demuestra que la expansión tupí no fue un mero fenómeno cultural, en el cual pueblos con antepasados distintos, por ejemplo, hablantes del tronco lingüístico ye, podrían haber adoptado rasgos culturales tupíes. “Con base en los datos que surgen de ese trabajo”, relata Tarazona, “puede afirmarse que también fue un fenómeno biológico, probablemente originado en el aumento de la población”.

Proyecto
Diversidad genómica de los nativos americanos (nº 15/26875-9); Modalidad Joven Investigador; Investigadora responsable Tábita Hünemeier (USP); Inversión R$ 925.257,17

Artículo científico
SILVA, M. A. C. et al. Genomic insight into the origins and dispersal of the Brazilian coastal natives. PNAS. 13 ene. 2020.

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