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Tapa

Misión lunar brasileña

El proyecto Garatéa-L apunta a poner en la órbita del satélite terrestre un experimento cuyo objetivo es evaluar la resistencia de la vida bajo alta radiación

Representación artística de la sonda Garatéa-L

Garatéa Space

Lucas Fonseca regresó a Brasil en 2013 y descubrió que su formación profesional tendría poca aplicación práctica en el país. Graduado en ingeniería mecatrónica por la Universidad de São Paulo (USP) de la ciudad de São Carlos, hizo una maestría en ingeniería aeroespacial en la Escuela Nacional Superior de Aeronáutica y Espacio de Francia y trabajó durante casi tres años en la Agencia Espacial Alemana (DLR), en un proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA). Allí integró una misión pionera, Rosetta, que hizo aterrizar una sonda sobre la superficie de un cometa. Sin mercado para actuar por aquí, Fonseca decidió emprender: buscó aliados y abrió la empresa Airvantis, con sede en São Carlos. Creó además la misión Garatéa-L, la primera planeada para catapultar una sonda brasileña a la órbita de la Luna.

Garatéa, palabra que en tupí-guaraní significa buscavidas, es una misión científica sofisticada, pese al porte modesto y el costo relativamente bajo para el sector (10 millones de dólares, en proceso de recaudación). En un nanosatélite de 7 kilogramos y del tamaño de un caja de zapatos, Fonseca y colaboradores de cuatro instituciones brasileñas tienen planes de instalar un experimento biológico. Un grupo coordinado por Fabio Rodrigues, del Instituto de Química (IQ) de la USP, pretende verificar si las bacterias y hongos extremófilos, que viven en ambientes sumamente inhóspitos, sobreviven en el espacio.

En la órbita de la Luna, Garatéa acompañará al astro en su trayectoria alrededor de la Tierra, atravesando períodos de mayor y menor exposición a la radiación espacial, proveniente sobre todo del Sol. En la Tierra, el campo magnético y la atmósfera protegen a los seres vivos y a los equipamientos contra la radiación espacial.

El resultado de las mediciones automáticas de los seis meses de operación se enviará a la Tierra por señales de radio. “Si los microorganismos llegan a sobrevivir en el espacio, haremos las pruebas de laboratorio para intentar identificar qué mecanismos bioquímicos los protegen de la radiación”, explica Fonseca, director de operaciones de Airvantis y responsable de captar los recursos para la misión. Esas informaciones pueden resultar útiles para disminuir la exposición humana a la radiación o minimizar sus daños en viajes espaciales largos.

Microorganismos extremófilos
Actualmente, Rodrigues y su equipo seleccionan los microorganismos más adecuados para integrar el experimento. En pruebas con globos que volaron a 25 kilómetros (km) de altura, los investigadores evaluaron la resistencia de tres especies de hongos y una de bacteria, todos extremófilos, a condiciones de humedad y temperatura muy bajas y altos índices de radiación ultravioleta. Dos especies de hongos (Naganishia friedmannii y Exophiala sp) sobrevivieron en mayor cantidad que la bacteria Bacillus subtillis, según el artículo publicado en 2018 en la revista Applied and Environmental Microbiology.

Según lo previsto, el experimento de Garatéa-L será montado en un nanosatélite que se desarrollará en el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA) y probado en laboratorio por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). Será una versión perfeccionada de dos nanosatélites: el Itasat y el Sport. Lanzado en 2018, el primero recolecta datos de temperatura, humedad y presión en 900 estaciones instaladas en territorio brasileño. Por su parte, el Sport, en desarrollo conjunto con la Nasa y otras dos instituciones estadounidenses, quedaría listo en 2020 y se usará para hacer mediciones en la ionósfera. Situada a más 60 km, esa capa de la atmósfera sufre la influencia de las tormentas solares, que pueden dañar los satélites y afectar la orientación de los aviones.

“Garatéa será un nanosatélite más avanzado que el Sport. Su hardware y su software tendrán que soportar un nivel mucho más alto de radiación”, afirma el ingeniero mecánico Luís Loures, del ITA, quien coordina el desarrollo del Sport. Si su desarrollo sale bien, el lanzamiento de Garatéa-L podría concretarse en el año 2022.

Los proyectos
1.
 Programa de investigación de observación y previsión de centelleo (SPORT) (nº 16/24970-7); Modalidad Proyecto Temático; Investigador responsable Mangalathayil Ali Abdu (Inpe); Inversión R$ 3.727.020, 43
2. Simulación multiparamétrica de ambientes extraterrestres (nº 09/06012-5); Modalidad Beca de posdoctorado; Investigador responsable Eduardo Janot Pacheco (IAG-USP); Becario Douglas Galante; Inversión R$ 209.393,92

Artículo científico
PULSCHEN, A. A. et al. Survival of extremophilic yeasts in the stratospheric environment during balloon flights and in laboratory simulationsApplied and Environmental Microbiology. v. 84, n. 23. Dic. 2018.

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