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Fiocruz – 120º Aniversario

Un cumpleaños sin descanso

La Fundación Oswaldo Cruz llega a sus 12 décadas y se enfrenta al covid-19 con equipos preparados para lidiar con epidemias y formular políticas públicas

El castillo de Manguinhos: un edificio grandioso, concebido como un símbolo del respaldo a la salud

Fiocruz

La Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, uno de los centros de producción de vacunas más grandes de Latinoamérica, se ubica en el centro de la escena al celebrar sus 120 años. En medio de una pandemia aparentemente interminable, esta institución se movilizó rápidamente para responder a la nueva crisis sanitaria, tal como lo había hecho en otras ocasiones en el pasado cuando así fue necesario. “Desde enero nos preparamos para la llegada del virus a Brasil”, dice la socióloga Nísia Trindade Lima, presidenta de la Fiocruz. Todas las unidades se abocaron a la lucha contra la pandemia, incluidos los dos hospitales de la institución en Río de Janeiro, el Instituto Fernandes Figueira (IFF) y el Instituto Nacional de Infectología Evandro Chagas (INI). En este último se construyó un centro hospitalario dedicado exclusivamente a la atención de pacientes con covid-19. El INI también dirige en el país el estudio clínico Solidaridad, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para acelerar los resultados sobre los mejores tratamientos. “La Fiocruz asume un rol central histórico en la lucha contra las epidemias en Brasil. Esta experiencia está orientada por entero a la lucha contra el nuevo coronavirus”, dice Trindade Lima.

En el mes de septiembre, por medio de su Instituto de Tecnología en Inmunobiológicos (Bio-Manguinhos), la Fiocruz y la compañía biofarmacéutica anglo-sueca AstraZeneca firmaron un acuerdo por un paquete tecnológico que garantizará la autosuficiencia de Brasil en la producción de la candidata a vacuna conocida como AZD 122, en proceso de desarrollo en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Se espera que el Bio-Manguinhos comience a elaborarla en enero de 2021, con una producción de entre 210 y 265 millones de dosis a lo largo del año. A causa de la gravedad de la pandemia, el proceso normal de aprobación y la planificación de la producción de posibles agentes inmunizantes contra el nuevo coronavirus se han acelerado en todo el mundo en simultáneo con los ensayos de la fase III, algunos de las cuales todavía se están llevando a cabo. En simultáneo, las unidades de investigación de la Fiocruz están abocadas a proyectos de vacunas nacionales, terapias y test para un diagnóstico rápido de la enfermedad.

Las crisis de salud pública forman parte de la propia constitución de la fundación, que nació con el nombre de Instituto Sueroterapéutico Federal en 1900, con el propósito de combatir la peste bubónica. El médico paulista Oswaldo Cruz (1872-1917), invitado para asumir la dirección técnica del Instituto, perfeccionó y rápidamente comenzó a fabricar una vacuna contra la peste bubónica, desarrollada recientemente por los franceses, y vislumbró, en Manguinhos, una institución de la envergadura del Instituto Pasteur, en Francia, donde había estudiado entre 1897 y 1899 (véase la página 58).

Hoy en día, el Bio-Manguinhos provee anualmente siete de las diecisiete vacunas incluidas en el calendario nacional de vacunación: fiebre amarilla, neumocócica 10-valente, poliomielitis inactivada, poliomielitis oral, rotavirus, triple viral (sarampión, paperas y rubeola) y cuádruple viral (sarampión, paperas, rubéola y varicela). Algunos años también provee la vacuna contra el Haemophilus influenzae tipo b (Hib). “En 2019, se suministraron aproximadamente 109 millones de dosis al Programa Nacional de Inmunizaciones”, informa el administrador Maurício Zuma, director del Bio-Manguinhos. El instituto también exporta la vacuna contra la fiebre amarilla y ya se la ha provisto a 75 países endémicos. A través de su unidad productora de inmunobiológicos, además de las vacunas, la Fiocruz también produce reactivos (kits de diagnóstico) y biofármacos; y, por medio del Instituto de Tecnología de Fármacos (Farmanguinhos), unos 30 tipos diferentes de medicamentos. La Fiocruz dispuso en 2020 de un presupuesto de 4.400 millones de reales. No obstante, hubo una asignación extra de 3.100 millones de reales en el marco de decretos para combatir la pandemia. Y, por fuera del presupuesto del Tesoro, recibió 470 millones de reales en donaciones.

Más allá de la producción, trabaja en la investigación, la enseñanza, la asistencia, la difusión y la preservación del patrimonio científico e histórico. La fundación se hace presente en 11 estados, en los cuales funcionan 16 unidades tecnocientíficas, además de 5 oficinas. En 2017, estableció la Plataforma de Medicina Traslacional, una asociación con la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP). También cuenta con una unidad en Mozambique, creada para supervisar y evaluar los programas de cooperación sanitaria de la Fiocruz con los países africanos (léase el artículo en la página 63).

Léo Ramos Chaves Inspección visual de una vacuna liofilizadaLéo Ramos Chaves

Mientras se apresta a fabricar la vacuna contra el covid-19 mediante una alianza internacional, el Bio-Manguinhos trabaja en dos alternativas nacionales. Una vacuna que utiliza proteínas o fragmentos de proteínas del coronavirus (proteínas S y N) expresadas en la bacteria Escherichia coli, capaces de estimular una mejor respuesta inmunológica, y otra basada en péptidos antigénicos antigénicos (breves fragmentos de proteínas del coronavirus, reconocidos por el sistema inmunológico) sintéticos capaces de inducir la producción de anticuerpos y activar la inmunidad celular. Ambas se encuentran en la fase preclínica, informa el biólogo Sotiris Missailidis, vicedirector de Desarrollo Tecnológico del Bio-Manguinhos.

El Instituto René Rachou, el brazo de la fundación en el estado de Minas Gerais (Fiocruz Minas), está desarrollando junto a la unidad de la Fiocruz en la FMRP-USP un proyecto propio, que consiste en la utilización del virus de la gripe (influenza) para producir una vacuna recombinante a partir de la ingeniería genética. “Estamos modificando un virus de la gripe, el H1N1, para que exprese la proteína spike (espícula) del coronavirus, el objetivo de los anticuerpos producidos por el sistema inmunológico”, resume el bioquímico Ricardo Gazzinelli, coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Vacunas (INCTV) y líder del proyecto. El resultado podría ser una vacuna bivalente –que en la etapa actual se está probando en ratones– capaz de brindar protección contra ambas enfermedades. En simultáneo a este proyecto, hay otros tres estudios de vacunas en curso coordinados por Gazzinelli: contra la enfermedad de Chagas, contra la leishmaniasis y contra el paludismo.

En el Instituto Gonçalo Moniz (Fiocruz Bahía), la atención está centrada principalmente en las líneas de investigación con células madre que se utilizan en terapias celulares para enfermedades degenerativas y traumáticas. Los estudios se iniciaron en 2002, y trabajan en ellos el médico Ricardo Ribeiro dos Santos y la inmunóloga Milena Soares, quien actualmente es la jefa del Laboratorio de Ingeniería de Tejidos e Inmunofarmacología (Leti). Una de las líneas de investigación estudia el mecanismo de patogénesis del virus del Zika utilizando células madre pluripotentes, con miras al hallazgo de nuevos tratamientos. Otra más reciente, contempla la posibilidad de aplicar la terapia celular como alternativa al tratamiento de las lesiones pulmonares causadas por el proceso inflamatorio característico de los casos más graves de covid-19.

La difusión del conocimiento en aras de la salud pública ha sido una misión de la institución desde los tiempos de Oswaldo Cruz. El médico e investigador fue inflexible en cuanto a la obligatoriedad de vacunar a la población contra la viruela, lo que provocó una fuerte reacción popular que se conoció como la Revuelta de la Vacuna, en 1904. Al mismo tiempo, el científico elaboró folletos informativos y artículos de orientación en la prensa, los “Consejos para el Pueblo”, para las campañas que encabezó contra la fiebre amarilla, la viruela y la peste bubónica.

Según el historiador Jaime Larry Benchimol, investigador de la Casa de Oswaldo Cruz (COC), una unidad de la Fiocruz dedicada a preservar la memoria de la institución, la investigación, la enseñanza y la producción fueron “las tres piedras angulares” desde los albores de la institución. La meta era producir conocimiento antes que asimilar solamente lo que llegaba de Europa. “Los médicos que estaban interesados en la investigación y deseosos de aprender microbiología y las competencias relacionadas con la medicina tropical, tales como entomología, parasitología y zoología médica, que aún no figuraban en los planes de estudio de las facultades de medicina, venían a hacer una pasantía en el instituto”, informa.

Peter Ilicciev/Fiocruz Producción de un medicamento en FarmanguinhosPeter Ilicciev/Fiocruz

“No es casualidad que hoy en día la Fiocruz sea la principal institución de formación no universitaria del SUS [el Sistema Único de Salud]”, dice la médica Cristiani Vieira Machado, vicepresidenta de Educación, Información y Comunicación. En la Escuela Nacional de Salud Pública Sérgio Arouca (Ensp), también perteneciente a la fundación, se dictan carreras de posgrado stricto sensu (maestría y doctorado), lato sensu y cursos de calificación profesional (actualización, perfeccionamiento y educación permanente), tanto en la modalidad presencial como a distancia. Pero no es la única unidad de la institución dedicada a la educación. “Las 16 unidades cuentan con actividades educativas, incluso aquellas que se dedican a la producción, como son Farmanguinhos y Bio-Manguinhos”, resalta la vicepresidenta.

Una de las vertientes del desempeño educativo es la divulgación científica, realizada a través de iniciativas tales como el Programa de Maestría en Difusión de la Ciencia, Tecnología y Salud, ofrecido por la COC, y la producción de revistas y libros, muchos de ellos con acceso libre desde la biblioteca electrónica SciELO y el Arca, el repositorio institucional de la Fiocruz. Tan pronto como se desencadenó la pandemia de covid-19, se pusieron en marcha nuevos contenidos y canales de información como el Observatorio Covid-19. “El Observatorio fue concebido como una plataforma para recopilar las contribuciones de los investigadores de todas las unidades y, a partir de ellas, generar material informativo consistente en boletines, notas técnicas, informes, ciclos de debate, etc.”, describe el coordinador general, Carlos Machado, quien también se desempeña como coordinador del Centro de Estudios para Emergencias y Desastres en la Salud (Cepedes/Fiocruz).

En abril de este año, el Laboratorio de Virus Respiratorios y Sarampión del Instituto Oswaldo Cruz (IOC-Fiocruz) fue considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un laboratorio de referencia en materia de coronavirus en América. “Además de este, tan sólo el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y el Instituto Epidemiológico de Diagnóstico y Referencia de México ostentan ese sello de la OMS”, resalta Nísia Lima.

Protagonismo y resistencia
“Hasta la revolución de 1930, el IOC fue la columna vertebral de la salud pública brasileña, ya que su director también era el jefe del organismo federal de salud, la Dirección General de Salud Pública, en la época de Oswaldo Cruz, y el Departamento Nacional de Salud Pública, en la época de Carlos Chagas [1879-1934]”, especifica Benchimol. La dictadura de Getúlio Vargas (1937-1945) generó una ruptura traumática de esta relación y la primera gran crisis del instituto.

Según el historiador, hasta el advenimiento del Estado Novo, el IOC tenía el poder de generar y administrar sus propios ingresos merced a la venta de vacunas y servicios. “El dinero provenía principalmente de la venta de la vacuna utilizada para prevenir la pierna negra [o carbunco sintomático] en el ganado brasileño. Este dinero financió el sueldo de diversos investigadores, y también parte de la construcción del hospital en el campus del instituto, expediciones científicas y otras actividades”, relata. La autonomía económica permitió que el instituto sobreviviera, al margen de los intereses políticos del momento. El Estado Novo revocó esa prerrogativa y la institución perdió en gran medida su protagonismo.

“Las endemias rurales y las enfermedades infecciosas o crónicas comenzaron a estudiarse en las universidades, en el instituto creado en la ciudad de Belém [Pará] por el hijo primogénito de Carlos Chagas [1879-1934], Evandro Chagas [1905-1940], y en los institutos de Recife, Bahía y Belo Horizonte, subordinados al Instituto Nacional de Endemias Rurales creado en la década de 1950”, relata Benchimol. En 1970, algunos de estos organismos del Ministerio de Salud se fusionaron bajo el nombre de Fundación Instituto Oswaldo Cruz (Fiocruz), y más tarde simplemente Fundación Oswaldo Cruz. Ese mismo año, hubo otra crisis que signó la historia de la institución, la denominada Masacre de Manguinhos, en la que diez científicos de la fundación, reconocidos por su producción científica, fueron cesanteados durante el régimen militar (1964-1985), lo que motivó la interrupción de las investigaciones y el cierre de sus laboratorios. Ellos fueron: Augusto Cid de Mello Périssé, Domingos Arthur Machado Filho, Fernando Braga Ubatuba, Haity Moussatché, Herman Lent, Hugo de Souza Lopes, Masao Goto, Moacyr Vaz de Andrade, Sebastião José de Oliveira y Tito Arcoverde de Albuquerque Cavalcanti.

La institución volvería a desempeñar un rol importante durante el gobierno de Ernesto Geisel (1974-1979), en el contexto de otra crisis sanitaria: una epidemia de meningitis que obligó al gobierno a importar 80 millones de dosis de vacunas del Instituto Mérieux de Francia para una campaña de vacunación masiva en 1974. En 1975, la fundación firmó un contrato de transferencia de tecnología con el Mérieux y adquirió autosuficiencia en la producción de esa y otras vacunas bacterianas; y contratos similares con los japoneses en la década de 1980 le permitieron fabricar la vacuna contra la poliomielitis y otras enfermedades virales.

Con el retorno de la democracia, la Fiocruz recobró su protagonismo. Los médicos ligados a la Ensp tendrían una participación decisiva en el movimiento que dio lugar a la creación del SUS. El médico sanitarista paulista Sérgio Arouca (1941-2003), presidente de la fundación entre 1985 y 1989, fue uno de los líderes de ese movimiento. En 1986, en el discurso inaugural de la 8ª Conferencia Nacional de Salud, donde se definieron las bases del SUS, Arouca abogó por un enfoque integral de la salud, relacionado con un bienestar social que solamente es posible con una democracia en vigencia: “La salud no es simplemente la ausencia de enfermedades, es mucho más que eso. Es el bienestar mental, social, político […] es el resultado de un desarrollo económico y social justo. En 1988, la Constitución lo confirmaría en su artículo 196: “La salud es un derecho de todos y un deber del Estado”.

En 2014, la Fiocruz creó el Centro de Estudios Estratégicos (CEE), vinculado a la presidencia de la institución, para fomentar y orientar la elaboración de políticas sanitarias. El presidente de la fundación hace hincapié en los estudios prospectivos para detectar y anticipar los escenarios que pueden afectar al desarrollo de la institución y del país.

A 120 años de su creación, la Fiocruz sigue ocupándose del presente, pero siempre mirando al futuro. En 2019 inició su proyecto de investigación en la Antártida, el FioAntar, que pasó a formar parte del Programa Antártico Brasileño. El objetivo consiste en investigar los microorganismos causantes de enfermedades y con potencial biotecnológico presentes en el continente helado. En el proyecto participan científicos de ocho de los laboratorios de la fundación.

La meta es la autonomía
El complejo industrial servirá para disminuir la dependencia de los insumos extranjeros

“Necesitamos lograr una menor dependencia del exterior”, sostiene la inmunóloga Milena Soares, de la Fiocruz Bahía, exteriorizando una preocupación que ha impulsado a la Fiocruz a generar conocimientos científicos y tecnológicos centrados en la salud pública. Para el farmacólogo Rubens do Monte, de la Fiocruz Minas, la dependencia brasileña de las importaciones quedó expuesta en la pandemia actual: “Los insumos para los diagnósticos del covid-19 son todos importados”, dice a modo de ejemplo. Para reducir esta dependencia, él trabaja en un proyecto de producción de los hisopos con los que se realizan las pruebas mediante un proceso de impresión 3D. Si estos insumos se producen a gran escala, pueden erigirse en una alternativa para abastecer a las instituciones de salud pública de todo el país.

“La pandemia ha demostrado la importancia del SUS [el Sistema Único de Salud de Brasil], pero también ha expuesto sus debilidades, como en el caso de la dependencia tecnológica de los insumos importados, que llega a ser del 90 % para los medicamentos y los EPI [Equipos de Protección Individual] y de alrededor del 80 % para los respiradores y otros dispositivos”, dice Nísia Trindade Lima, presidenta de la Fiocruz. “Nosotros sostenemos que se necesita contar con un complejo industrial para brindar una solución a ese problema”. Para la producción nacional de vacunas será de vital importancia el Complejo Industrial de Biotecnología en Salud (Cibs), que se está construyendo en el sector occidental del municipio de Río de Janeiro y que será la mayor fábrica de vacunas de América Latina, con una capacidad de producción estimada en 120 millones de ampollas de vacunas y productos biofarmacéuticos por año. Se espera que los primeros edificios estén listos en 2023.

La Fiocruz en cifras
*Datos de 2019

PRODUCCIÓN
109 millones de dosis de vacunas
5 millones de reactivos para diagnóstico
85 millones de medicamentos producidos
5 millones de ampollas y jeringas de productos biofarmacéuticos

INVESTIGACIÓN
30 áreas
323 líneas
1.848 proyectos
1.890 artículos científicos publicados

*Datos de 2019

EDUCACIÓN

47 programas de maestría y doctorado
42 carreras presenciales de especialización
2.293 títulos de posgrado otorgados
852 egresados de la educación profesional de nivel medio
36.878 inscriptos en cursos de certificación profesional en EAD

ANÁLISIS, CONSULTAS Y EXÁMENES

5.800 análisis de calidad de productos e insumos de la salud
87.900 pacientes atendidos
22.386 consultas
4.209 internaciones
302.529 análisis de laboratorio de referencia

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