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Trayectorias

El ser vivo en la ecuación

Una investigadora combina conocimientos en ciencias de la vida y exactas en un esfuerzo tendiente a medir el potencial de propagación del virus Sars-CoV-2

Marquitti: investigaciones que articulan las ciencias exactas y biológicas

Archivo personal

Para Flávia Marquitti, la biología y la matemática siempre anduvieron juntas. Fue a causa de su dedicación a esas dos áreas del conocimiento que pasó a formar parte, en el mes de marzo, del grupo de 56 científicos que integran el Observatorio Covid-19 BR.  Este proyecto, creado por científicos de distintas instituciones del país, tiene como propósito reunir y difundir información con bases científicas acerca del desarrollo de la pandemia en Brasil, incluyendo análisis estadísticos, simulaciones y pronósticos sobre el avance de la enfermedad a partir de modelos matemáticos.

“El proyecto constituye un buen ejemplo para que reflexionemos sobre la articulación entre diferentes saberes”, dice la científica de 34 años de edad, quien nació en la localidad de São José do Rio Pardo, en el interior de São Paulo. La página web del observatorio, disponible desde hace alrededor de tres meses, expone datos sobre la dinámica del contagio en las distintas regiones del país, los casos graves de la enfermedad y la disponibilidad de camas en los hospitales.

En 2007, cuando cursaba el último año de su carrera en el Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (IB-Unicamp), Marquitti decidió iniciar una nueva carrera en el Instituto de Matemática, Estadística y Computación Científica (Imecc), en la misma institución. “Siempre he tenido esta curiosidad de percibir la biología por medio de los números y también al revés”, comenta. Fue a partir de esto que comenzó a interesarse por el modelado matemático de la ecología y evolución de los seres vivos, teman que integran el campo de investigación que se conoce como biomatemática. “Los modelos matemáticos nos permiten formular predicciones sobre la extinción y surgimiento de nuevas especies, además de entender qué patrones se establecen en las interacciones entre individuos de distintas especies”, ejemplifica.

En su doctorado en el Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), la investigadora exploró las relaciones que pueden surgir a partir de interacciones biológicas de mutualismo, es decir, aquellas que tienen lugar entre ejemplares de especies distintas y generan beneficios para todos los implicados. “En el transcurso de mis pasantías en Estados Unidos y Portugal tuve más contacto con la teoría de los juegos evolutivos”.

La oportunidad de formar parte del observatorio surgió en el curso de su posdoctorado en el Instituto de Física Gleb Wataghin (IFGW-Unicamp), en el cual investiga modelos de evolución de la cooperación, un fenómeno que puede observarse en diversas especies, tales como los insectos sociales, entre los cuales figuran las hormigas y las abejas. “En el observatorio, he trabajado en el cálculo del índice de reproducción del covid-19,  el denominado R efectivo”. La tasa básica de reproducción de la enfermedad mide el potencial de propagación del virus en una zona determinada, en un momento dado. Si este índice es mayor que 1, una persona infectada contagia, por término medio a más de una persona y el virus tiende a propagarse. Si es menor que 1, cada vez se infectan menos personas y la cifra total de contagios tiende a disminuir. “Estos son datos importantes al momento de formular políticas públicas y para la toma de decisiones al respecto de la ampliación o el final de la cuarentena, por ejemplo”.

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