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GESTIÓN AMBIENTAL

Las obras de protección costera no siempre evitan la erosión marina

Estudios muestran los límites de las estrategias que se implementan para detener el avance del mar

Playa de Iracema, en Fortaleza: incluso con el espigón, hubo que reponer arena

Phaelnogueira / Getty Images

Casi a diario, el geógrafo Davis de Paula, de la Universidad Estadual de Ceará (Uece), recorre las costas de Fortaleza, la capital del estado, y de la ciudad vecina de Caucaia. Examinando las playas, llegó a la conclusión de que los 16 espigones de Fortaleza ‒ estructuras alargadas perpendiculares a la costa, conformadas por bloques de roca que avanzan decenas o centenas de metros mar adentro, construidas a partir de la década de 1960 para frenar el avance de las aguas ‒ han causado una intensa erosión en las playas del municipio vecino.

En una de las playas, que se extiende a lo largo de 680 metros (m), la línea de la costa, que marca el límite con el mar, retrocedió 31 m, a un ritmo promedio anual de 1,8 m, entre 2004 y 2021. Recientemente, entre mayo de 2021 y enero de 2022, el fenómeno se acentuó y el retroceso fue de 2,9 m. Casi el 90 % del tramo evaluado acusaba un proceso continuo de erosión como el descrito en un estudio en el que participó De Paula, publicado en 2023 en la revista científica Earth Surface Processes and Landforms.

El alcaldía de Caucaia levantó muros de contención en los lugares que perdían arena continuamente, pero no dio resultado: estas barreras, rígidas, amplifican la fuerza de las olas, alteran el comportamiento de las corrientes marinas y pueden causar la desaparición de playas, incluso a kilómetros de donde han sido construidas (véase la infografía).

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

Ahora, la administración municipal anunció un plan de construcción de 11 espigones en 3 playas turísticas, que contempla una inversión de 44 millones de reales. “Más allá de estos espigones, lo que necesitamos son directrices para un ordenamiento territorial que establezcan las áreas que pueden ser ocupadas o no por viviendas y avenidas”, comenta De Paula.

Los espigones, construidos desde hace décadas a lo largo de toda la costa marítima brasileña, al igual que los muros de contención, rompeolas y otros tipos de obras que procuran proteger las viviendas y avenidas contra el avance del mar, con sus beneficios y limitaciones, tienden a tornarse cada vez más necesarios en los próximos años. La erosión marina, que ya ha modificado el 60 % de las costas brasileñas (lea en Pesquisa FAPESP, ediciones nº 92 y 274), apunta a agravarse, porque a expensas del cambio climático, la tendencia marca que las tempestades serán más intensas y las olas más altas.

En el sudeste brasileño, la agitación y subida del mar, conocida como resaca o marejada, que suele ir acompañada de fuertes vientos y lluvias, se ha vuelto cada vez más frecuente. La geóloga Célia de Gouveia Souza, del Instituto de Investigaciones Ambientales (IPA), registró 279 eventos climáticos severos entre 1928 y 2021 en el litoral paulista. La cantidad de marejadas, con olas de más de 2,5 m de altura, aumentó un 19 % entre 1928 y 1999. En las dos décadas siguientes, el incremento fue de un 80 %.

Resultados inferiores a lo esperado
En general, debido a la falta de estudios rigurosos sobre sus probables efectos, las obras de protección costera no suelen funcionar según lo esperado para frenar la fuerza del mar y a menudo deben tomarse nuevas medidas para solucionarlo. La alcaldía de Fortaleza, por ejemplo, tuvo que ensanchar la playa de Iracema 40 m en 2019 tras haberla ampliado 80 m en 2000.

“Las obras infructuosas, habituales de norte a sur de Brasil, son el resultado de una gestión pública disfuncional, que no cumple las leyes o adopta directrices erróneas en su plan director municipal”, comenta la bióloga Marinez Scherer, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC). “Las obras costeras son planificadas por los gobiernos municipales o estaduales y generalmente son autorizadas tras un estudio de impacto simplificado, que no tiene en cuenta lo que puede llegar a ocurrir con las playas vecinas”.

Como coordinadora general de Gestión Costera y Planificación del Espacio Marino del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático (MMA), Scherer trabaja para reactivar los mecanismos de gestión costera archivados durante el gobierno federal anterior, incluyendo nuevas versiones del plan de acción federal (el más reciente es de 2017 a 2019) y del plan nacional de gestión costera (de 1974).

“Las playas son territorios conflictivos”, resume De Paula. A menudo, los habitantes de la franja costera construyen sus propios muros a orillas del mar y ocupan las dunas. Al mismo tiempo, presionan a los gobiernos municipales para que las obras de contención se hagan pronto para evitar que el agua del mar entre en sus terrenos.

En 2010, varias viviendas construidas frente a una playa de Florianópolis se derrumbaron tras una fuerte marejada. Ante la presión de los residentes, la alcaldía construyó barreras con rocas. El agua dejó de ingresar a las casas, pero la playa se redujo y ahora el mar golpea directamente en las rocas. “Fue una erosión esporádica. No había que hacer nada. La arena volvería naturalmente”, comenta el oceanógrafo Pedro de Souza Pereira, de la UFSC. Por este motivo, los expertos consideran importante diferenciar la erosión esporádica, como la citada, provocada por sucesos eventuales y que podría resolverse por sí sola, de la crónica, que conlleva una pérdida continua de arena y requiere de mayor atención.

La científica ambiental Mirella Costa, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), relata que antiguas fincas productoras de coco del sur y el norte del estado fueron transformadas en loteos a partir de los años 1980, y las viviendas invadieron las áreas de vegetación de la playa más allá de cada parcela. “Los que tenían terrenos de 30 por 30 metros edificaban 30 por 60 metros, construyendo piscinas donde anteriormente había médanos, que funcionaban como depósitos de arena que las playas utilizaban para recomponerse”, dice. “Si todos hubieran respetado los límites, las obras de protección no serían hoy en día tan necesarias”.

Carlos Fioravanti | Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPEn Maceió (a la izq.), barreras de piedras para contener el avance del mar, refrenado en Guarujá con sus dunas preservadasCarlos Fioravanti | Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

Análisis de la erosión
“Antes que proteger las viviendas y las estructuras urbanas, tenemos que proteger las playas, que por sí solas constituyen una barrera continental contra las olas y el mar”, subraya Souza. En el litoral paulista, alrededor del 65 % de las playas afrontan un riesgo alto o muy alto de erosión; los puntos más críticos son las playas de los municipios de Ilha Comprida e Iguape en las costas del sur del estado; Peruíbe, Itanhaém, Mongaguá, Santos, São Vicente y Guarujá en Baixada Santista, y Caraguatatuba, Ilhabela y Ubatuba en el litoral norte. La edición 2022-2023 del Mapa de risco à erosão costeira de São Paulo puede visualizarse en la plataforma Sistema de Alerta de Resacas e Inundaciones Costeras para el Litoral del Estado de São Paulo (Saric).

Las costas del estado de Santa Catarina también han sufrido grandes transformaciones. Las playas se han reducido en 25 de los 29 municipios costeros, según un estudio que llevaron a cabo el oceanógrafo Pedro Pereira y la geógrafa Mariana Koerich, ambos de la UFSC, con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación y la Innovación de Santa Catarina (Fapesc). El trabajo, publicado en 2023 en la revista Ocean and Coastal Management, atribuye los cambios a la urbanización y a 607 obras costeras, especialmente escolleras.

Scherer, del MMA, comenta que en algunos lugares de las costas de Australia, los municipios utilizan la tasa de erosión costera para definir un límite de ocupación de las playas: las más vulnerables a la erosión tienen mayores restricciones que las menos vulnerables. En Brasil, esta metodología no se utiliza, pero un estudio realizado por investigadores de la UFPE, publicado en enero de 2023 en la Revista Brasileira de Geomorfologia, propone su adopción en la costa sur de Pernambuco.

Tras haber examinado la pérdida o la acumulación de sedimentos en el litoral sur de Pernambuco entre 2003 y 2020, el grupo consideró que “el estudio de las tasas de erosión anuales y del modelo de ocupación aplicado a la legislación vigente constituyen excelentes herramientas para subsidiar las decisiones del poder público, en particular, en lo que atañe a una buena gestión de la zona costera”.

Una manera de contener la erosión es recuperar o preservar la llamada franja de atenuación, formada por las dunas frontales, con vegetación rastrera y arbustiva. “Las playas urbanas deberían tener al menos 50 m de franja de atenuación, lo que sería de gran ayuda para refrenar el impacto de las olas y las mareas”, dice Souza. Según ella, varios municipios del litoral paulista consiguieron detener el avance del mar recuperando las dunas.

Las obras ejecutadas con la participación de expertos de centros de investigación parecen tener más probabilidades de éxito. En 2010, Costa, de la UFPE, participó del proyecto Monitoreo Ambiental Integrado (MAI), coordinado por el gobierno federal, con el propósito de identificar y resolver los problemas causados por la erosión costera en Recife, Olinda, Jaboatão dos Guararapes y Paulista, en el estado de Pernambuco. Una de las medidas implementadas fue la fragmentación de un rompeolas que antes era continuo, construido años atrás en Candeias, un barrio de Jaboatão. La construcción original bloqueaba el flujo de arena hacia el norte del municipio y hacia la capital del estado. “Con la fragmentación, el desplazamiento de los sedimentos ha mejorado”, afirma.

En febrero de 2018, Souza solicitó audiencia al secretario de Medio Ambiente de Guarujá, Sidnei Aranha, para pedirle: “Dejen de extraer arena de los médanos. De continuar así, la playa desaparecerá”. Aunque estaba prohibido, la extracción de arena continuaba.

El secretario apoyó la idea de recuperar la playa de Enseada, pero advirtió que no sería sencillo. Uno de los problemas era la falta de diálogo y la disparidad de objetivos entre los distintos organismos del municipio. Meses después, cuando dio aviso a Souza que otro secretario había enviado un tractor a retirar arena de la playa, ella amenazó: “Si sacan arena de allí, presentaré una demanda ante el Ministerio Público, porque las dunas son un área de preservación permanente”. Esto dio resultado, y el tractor retrocedió.

Cuando Aranha le preguntó qué se podía hacer para recuperar los médanos, le dijo que no había que hacer nada, porque las arenas volverían a acumularse y las dunas se recuperarían por sí solas. “En menos de un año, las mismas recuperaron naturalmente su espacio original, la vegetación de la restinga se extendió y volvió a proliferar la fauna autóctona, como el tero [Vanellus chilensis] y el mochuelo o lechuza de madriguera [Athene cunicularia]”, relata la geóloga. Con la franja de atenuación recuperada, la playa de Enseada pudo resistir las marejadas y mareas altas que azotaron las costas paulistas entre febrero y agosto de 2020.

En 2002, en Sídney (Australia), donde estaba estudiando, Scherer conversaba sobre la ocupación de la zona costera de Brasil con el geólogo David Chapman, de la Universidad de Sídney. En un momento dado el australiano le preguntó: ¿Sabes cuándo dejaron de edificar sobre las dunas en Australia? Cuando los residentes de las ciudades costeras empezaron a demandar a los administradores públicos que dejaron construir en esos lugares”.

En Brasil, Scherer es partidaria de una postura similar: responsabilizar a los quienes estén a cargo de la gestión pública y subestimen los riesgos de la erosión marina. A veces, esto sucede. En julio de 2020, la alcaldía de Ipojuca, un municipio situado a 50 kilómetros al sur de Recife, fue multado por un organismo estadual por haber autorizado una obra irregular en una playa. En 2021 y 2022, un hotel de esta localidad, a instancias de una orden judicial, tuvo que desocupar un área de la playa de la que se había adueñado. “La solución para mitigar los impactos sobre las zonas costeras consiste en desalojar o al menos contener el avance de las viviendas y otras construcciones irregulares del litoral”, culmina diciendo Costa.

Proyecto
Sistema de aviso de resacas e inundaciones costeras para el litoral del estado de São Paulo, con foco sobre los impactos de los cambios climáticos (no 18/14601-0); Modalidad Investigación en Políticas Públicas; Investigadora responsable Celia Regina de Gouveia Souza (IPA); Inversión R$ 403.406,76.

Artículos científicos
KOERICH, M. P. y PEREIRA, P. S. Assessing the impacts of coastal engineering structures on the coastline of Santa Catarina state, southern Brazil: A geospatial aproachOcean and Coastal Management. v. 245, 106858. 31 oct. 2023.
LEISNER, M. M. et alLong-term and short-term analysis of shoreline change and cliff retreat on Brazilian equatorial coastEarth Surface Processes and Landforms. v. 48, n. 14, p. 2987-3003. nov. 2023.
SAENGSUPAVANICH, C. et alJeopardizing the environment with beach nourishment. Science of the total environment. v. 868, 161485. 10 abr. 2023.
SIEGLE, E. y COSTA, M. B. Nearshore wave power increase on reef-shaped coasts due to sea-level riseEarth’s Future. v. 5, n. 10, p. 1054-65. 2 oct. 2017.
SILVA, P. L. DA y LINS-DE-BARROS, F. M. A alimentación artificial da praia de Copacabana (RJ) após 51 anosTerra Brasilis. v. 16. 5 dic. 2022.

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