La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó al covid-19 como pandemia el 11 de marzo. Cinco meses y dos días después, el 13 de agosto, el Instituto Alberto Luiz Coimbra de Posgrado e Investigación en Ingeniería de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Coppe-UFRJ) presentó su décima contribución para la lucha contra la enfermedad. En una sesión de la Academia Nacional de Medicina (ANM), científicos de la UFRJ, del Instituto Vital Brazil (IVB) y de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) expusieron una innovación que puede conducir al desarrollo de un tratamiento por seroterapia para combatir al covid-19.
Se inoculó el plasma de cuatro caballos del IVB con la proteína S recombinante del nuevo coronavirus producida en el Laboratorio de Ingeniería de Cultivos Celulares (Lecc) de la Coppe. El material presenta anticuerpos neutralizantes contra el virus Sars-CoV-2 entre 20 y 50 veces más potentes que el plasma de los pacientes recuperados de la enfermedad. La eficacia y la seguridad del tratamiento aún deben confirmarse mediantes ensayos clínicos, pero los resultados iniciales positivos han propiciado una solicitud de patente para el suero anticovid-19.
Entre los proyectos que ha desarrollado la Coppe con instituciones colaboradoras para hacer frente a la pandemia se cuentan un ventilador pulmonar probado con éxito en pacientes del Hospital Universitario Clementino Fraga Filho (HUCFF-UFRJ), una tela antiviral para las mascarillas protectoras, un test serológico para la detección de anticuerpos para el covid-19 que cuesta menos de 5 reales, un alcohol diluido al 70%, producto de una tecnología de filtrado que extrae las impurezas del etanol, dejándolo apropiado para el uso hospitalario, y una aplicación para celulares de autoevaluación del coronavirus. “Contamos con más de 100 investigadores ocupados en brindar soluciones de ingeniería como ayuda en la lucha contra la pandemia”, dice el director de la Coppe, Romildo Dias Toledo Filho.
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El Coppe es uno de los principales centros de enseñanza e investigación en ingeniería de América Latina. A lo largo de sus 57 años de trayectoria se ha erigido como un referente en el desarrollo de tecnologías oceánicas que ayudaron a la explotación del petróleo en aguas profundas y a la industria naval, participó en el desarrollo de innovaciones para la industria nuclear brasileña y también en la generación de energías renovables y se lo reconoce por sus contribuciones en diversas áreas de infraestructura, sostenibilidad y en la lucha contra los cambios climáticos. La pandemia del nuevo coronavirus concentró la atención del instituto sobre un problema. “Brasil depende de la importación para proveer el 80% de los insumos necesarios para enfrentar al covid-19. Y ese porcentaje no es mucho menor para el tratamiento de otras enfermedades”, afirma el director del Coppe.
La institución resolvió encarar una participación más activa en el área de la ingeniería de la salud por medio de un programa temático que utilizará en forma transversal la infraestructura de sus 13 programas de posgrado. El formato del programa aún se encuentra en elaboración y se hará público hacia el final de este año. Ingeniería para tecnología de la información en la agricultura, ingenierías ambientales e ingenierías para el desarrollo de ciudades sostenibles son otras de las áreas que están en el radar del Coppe. Estas no son las únicas novedades. En los próximos meses, la institución inaugurará el Laboratorio de Emprendimientos e Innovación, un espacio interdisciplinario que prestará apoyo al desarrollo de soluciones para empresas y, simultáneamente, funcionará como un centro de preincubación de nuevos negocios de base tecnológica.
El fomento a los emprendimientos, sostiene Toledo, es fundamental en la coyuntura actual. “El país atraviesa un proceso de desindustrialización y los nuevos ingenieros no tienen empleo. Tenemos que capacitar a los alumnos para que generen su propio mercado laboral”, dice. El Coppe posee dos incubadoras. La de Empresas de Base Tecnológica ha respaldado a 73 startups y hoy en día cuenta con 27 empresas residentes.
La otra, la Incubadora Tecnológica de Cooperativas Populares, ha venido impulsando hasta ahora a 320 cooperativas con iniciativas que aportan tecnología y valor de mercado a distintas actividades, tales como la pesca, el turismo, las artesanías y la producción de biodiésel, proporcionando más de 5 mil puestos de trabajo. Una de las intervenciones de impacto de la incubadora fue la ayuda para la conformación de una cooperativa de trabajo artesanal con pacientes del Instituto Philippe Pinel de Salud Mental, en Río de Janeiro. Esa iniciativa promovió una disminución en las internaciones y en la cantidad de medicamentos recetados, y sirvió como modelo para un programa de generación de trabajo e ingresos del Ministerio de Salud en centros de atención psicosocial.
Las nuevas iniciativas del Coppe reafirman la tradición de la institución por su compromiso en la búsqueda de soluciones de ingeniería para los retos que enfrenta la sociedad brasileña. Ese fue el principio que guió al ingeniero químico Alberto Luiz Galvão Coimbra para fundar en 1963 la Coordinación de Programas de Posgrado en Ingeniería (Coppe), denominación que se mantuvo hasta 1995, cuando el nombre del instituto fue modificado en homenaje a su fundador, pero conservando la sigla original.
En la época de la fundación del Coppe, las escuelas de ingeniería estaban dedicadas exclusivamente a la capacitación de mano de obra para el mercado laboral. Coimbra quería dedicarse a la investigación y ayudar al país a erigir un parque industrial avanzado. “Él se oponía a la idea predominante en el país de que la tecnología se compra afuera”, enfatiza la ingeniera química Angela Uller, directora de Tecnología e Innovación del Coppe. Coimbra instituyó un modelo de posgrado que en Brasil no existía, con los docentes trabajando a tiempo completo, en régimen de dedicación exclusiva y con enfoque en la investigación.
Un apoyo fundamental para ese objetivo vino del economista José Pelúcio Ferreira, por entonces director del Banco Nacional de Desarrollo Económico (el actual BNDES), que tenía como una de sus premisas fomentar la capacitación técnica en empresas. Coimbra y Pelúcio idearon las directrices del Fondo de Desarrollo Técnico-Científico (Funtec), que se constituyó en 1964 para facilitar proyectos de investigación y desarrollo (I&D) en institutos de tecnología en colaboración con empresas.