Mi carrera científica comenzó con mi primera etapa académica. En 1982, ingresé a la carrera de física en la PUC [Pontificia Universidad Católica] de São Paulo, y me aboqué a encontrar un trabajo que me permitiera costear mis gastos básicos. Quería hallar una actividad estimulante, que añadiera algo a mi formación. En 1985, me inscribí en la Fundap [Fundación para el Desarrollo Administrativo], que orientaba hacia realización de pasantías en la administración pública del estado. Me apunté en ciencia, medio ambiente e informática como áreas de mi interés. A mis 25 años, me enviaron al antiguo Instituto Forestal de São Paulo, con los investigadores del área de climatología del Huerto Forestal. La experiencia fue tan enriquecedora que ya no pude abandonar la institución. En 1987 me contrataron como investigador. Viéndolo en retrospectiva, soy uno de esos casos de éxito. Empecé como pasante y me convertí en director.
Mi situación no siempre fue estable. Durante mucho tiempo me desempeñé como investigador contratado, sin estabilidad económica ni profesional, y supeditado a la duración de los proyectos en los cuales participaba. Durante 18 años esperé con ansiedad la apertura de un concurso. Eso sucedió en 2005, cuando me convertí en investigador concursado. Entretanto, fui profesor de física en la enseñanza media durante 12 años. Esta experiencia acabó siendo muy importante: me reconocí a mí mismo como educador e incorporé conocimientos.
En 1996 ingresé en el programa de maestría en ciencias forestales en la Esalq [Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo], en Piracicaba. Bajo la dirección de Hilton Thadeu Zarate de Couto, investigué, con financiación de la FAPESP, las áreas con riesgo de deslizamientos del Parque Estadual de Serra do Mar, en Cubatão [São Paulo]. Couto era un colaborador de investigación del Instituto Forestal y siempre me alentó a sistematizar, académicamente hablando, las investigaciones de campo. Así, utilicé los datos de otros proyectos para desarrollar un modelo de análisis, con base en el geoprocesamiento y la geoestadística, de los deslaves en Cubatão. Al ser el único físico entre los estudiantes de la maestría, mi presencia, al principio, suscitó cierta extrañeza. Pero junto a otros colegas contribuimos para que las herramientas geotecnológicas empezaran a ser más empleadas en los estudios forestales y ecológicos, potenciando la adopción de modelos matemáticos y geoestadísticos. El uso del geoprocesamiento aplicado al medio ambiente se convirtió en mi marca registrada. Tuve la oportunidad de liderar la creación del laboratorio de geoprocesamiento en el Instituto Forestal.
En 2021, el instituto se fusionó con los institutos Geológico y Botánico, que también funcionaban en forma independiente. La fusión dio origen al Instituto de Investigaciones Ambientales [IPA], vinculado a la Secretaría de Infraestructura y Medio Ambiente. Estamos en medio de un proceso de reestructuración que ya está dando resultados efectivos. Un ejemplo es la labor que realiza el IPA en la costa norte del estado de São Paulo, debido a las intensas lluvias que ha padecido la región. Las actividades se han desarrollado de manera articulada entre las diferentes áreas técnicas. Si todavía estuviéramos en el contexto anterior, las intervenciones probablemente serían fragmentadas, con cada instituto haciéndose cargo de una necesidad específica. Actualmente soy el director del Departamento Técnico Científico del IPA. Dirijo a 114 investigadores y 202 técnicos, repartidos en centros y núcleos de investigación. Estos profesionales están a cargo de 18 laboratorios en las áreas de botánica, silvicultura y geociencias, además de 7 colecciones biológicas, geológicas e hidrológicas. Las tareas administrativas insumen bastante tiempo. Mi función consiste en asegurar la buena marcha de las investigaciones científicas y promover la articulación entre las diversas áreas. En mi condición de presidente del consejo científico participo en la evaluación y aprobación de los proyectos de investigación externos al IPA, que se llevan a cabo en unidades de conservación, principalmente por cuenta de universidades. También registramos y supervisamos las investigaciones que se realizan en el IPA.
Uno de los hechos destacados de mi carrera ha sido el Inventario Forestal de la Vegetación Nativa del Estado de São Paulo. Formo parte, desde la primera edición, en 1990, del equipo de investigadores-autores responsables. Al principio, cuando no disponíamos de equipos digitales de procesamiento de datos, realizamos un mapeo completamente analógico. En el segundo inventario, publicado 10 años después, pudimos hacer uso de las técnicas de geoprocesamiento, lo que dio lugar a un inventario digital. Este cambio, del papel a lo digital, con la adopción de nuevos recursos metodológicos, fue posible gracias al proyecto Biota, financiado por la FAPESP. El último inventario, de 2020, refleja un perfeccionamiento sin precedentes: las imágenes satelitales que lo integran son compatibles con las procesadas por Google. Ahora, mi próximo reto como investigador y director es lograr que la edición pase a ser anual. La idea es ofrecer balances más inmediatos de la cobertura vegetal autóctona. No necesitamos una década para llevar a cabo un nuevo relevamiento.
El inventario forestal es una de las herramientas de mayor relevancia en el área de la biodiversidad con que contamos en el IPA, precisamente porque ofrece un retrato actualizado de la flora autóctona existente. Este inventario da cuenta de las áreas que necesitan una restauración ambiental, mantenimiento o incluso la creación de unidades de conservación. Además, es un instrumento importante para la fiscalización forestal y la implementación de políticas públicas. El investigador que va a realizar trabajo de campo utiliza este mapeo en su investigación, y toda la sociedad tiene acceso a los datos. A partir del año que viene, la gobernación del estado transferirá un porcentaje adicional del ICMS [Impuesto a la Circulación de Mercaderías y Servicios] a aquellos municipios que conserven el 30 % o más del bosque nativo, fuera de las unidades de conservación protegidas. Con el ICMS ecológico, los municipios con mayor cobertura forestal pero, a menudo, menos desarrollados que los ampliamente deforestados, recibirán una especie de pago por los servicios prestados al medio ambiente. Este mecanismo tributario sirve para compensar y, al mismo tiempo, comprometer a los alcaldes en la defensa del medio ambiente, y esto no sería posible sin los datos que recoge el inventario.
Estas casi cuatro décadas en una institución ambiental reflejan mi vínculo con la naturaleza, que comenzó en mi infancia, cuando me percaté de que mi comprensión del mundo estaba atravesada por este contacto. Practico el montañismo desde que era adolescente. Mi primera escalada fue el pico Pedra do Baú, en São Bento do Sapucaí, en el interior del estado, pero ya me aventuré a escalar montes en otros países de Sudamérica, Norteamérica y Europa. En 2016, después de pasar unos días lluviosos en el valle de Cochamó, en Chile, empecé a garabatear un paisaje montañoso para soportar el aburrimiento. Desde hace siete años, con la técnica de la tinta china, plasmo sobre el papel una gran variedad de montañas imaginadas.
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