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Tapa

La ciencia contra el virus

Un anuncio del gobierno federal brasileño atrae propuestas de más de 2.200 investigadores interesados en estudiar el covid-19

Foto: Léo Ramos Chaves

Noventa proyectos de investigación concebidos para hacer frente a la pandemia del nuevo coronavirus (Sars-CoV-2) y sus consecuencias fueron aprobados en el marco de una convocatoria a la presentación de propuestas emitido por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) junto con el Ministerio de Salud de Brasil. Dicho pliego de concurso, el mayor dispuesto hasta ahora por el gobierno federal del país, distribuyó 50 millones de reales entre los grupos interesados en el desarrollo de tratamientos, pruebas diagnósticas y vacunas, además de crear tecnologías de impacto sobre el Sistema Único de Salud (SUS) y proponer estrategias de prevención y control de la enfermedad. La cantidad de proyectos presentados sorprendió al CNPq –fueron 2.219 propuestas– e hizo que la tarea de seleccionarlos fuera más compleja que la esperada. Por eso, los resultados finales se publicaron el 3 de julio, tres semanas después de lo previsto en el cronograma inicial. “La respuesta de nuestra comunidad científica fue contundente y esto es el resultado de las inversiones realizadas en la calificación de los grupos de investigación en todo Brasil en años anteriores”, dice Evaldo Vilela, presidente del CNPq.

En la selección participó un equipo integrado por más de mil asesores, que evaluaron la calidad y la factibilidad de las propuestas. Los proyectos mejor calificados fueron sometidos al escrutinio de un comité integrado por 38 jurados, que eligieron a los 90 ganadores. Dado que el objetivo era brindar respuestas inmediatas a la pandemia, se dio prioridad a las iniciativas que estuvieran lo suficientemente avanzadas como para dar resultados a corto plazo.

Algunas propuestas implicaban el uso de recursos de inteligencia artificial para mejorar la eficiencia de la atención a las víctimas del covid-19. Bajo la coordinación del economista Alexandre Chiavegatto Filho, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP), investigadores de diversas instituciones se proponen comenzar a probar un sistema capaz de estimar el riesgo de que una persona se infecte con el nuevo coronavirus. La nueva tecnología se basa en el cruce de informaciones sobre sexo, edad y datos clínicos de los hemogramas. Cuando se registra el ingreso de un caso sospechoso en el hospital, el sistema mostrará automáticamente la probabilidad de que esté contagiado. Si el riesgo es alto, el médico puede disponer las primeras medidas de aislamiento mientras recaba muestras para la realización de una test. “También estamos trabajando para que el sistema sea capaz de estimar el riesgo de que los pacientes infectados evolucionen hacia cuadros más graves de la enfermedad”, dice Chiavegatto, quien es el director del Laboratorio de Big Data y Análisis Predictivos de Salud (Labdaps). Con los recursos asignados por el pliego, el grupo evaluará la eficacia del algoritmo en hospitales de diferentes regiones de Brasil.

El equipo del médico José Geraldo Mill, del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes), está abocado a la búsqueda de una estrategia de diagnóstico del covid-19 más rápida y barata. Para ello apuesta por el uso de la espectroscopía infrarroja. El objetivo consiste en el desarrollo de un sistema de inteligencia artificial capaz de analizar las variaciones en el espectro de esa radiación cuando la luz infrarroja atraviesa las moléculas presentes en la saliva de los individuos con sospecha de infección por el nuevo coronavirus. La herramienta se está desarrollando a partir de muestras de pacientes atendidos en tres hospitales del Área Metropolitana de Vitória y uno más en el interior del estado. “La saliva de los pacientes contaminados contiene estructuras moleculares diferentes a las de las muestras de los individuos libres del virus y, por lo tanto, genera distintas alteraciones en las ondas de radiación infrarroja”, explica Mill. Los investigadores estiman que cada prueba costará 50 y 75 reales.

Por otra parte, los científicos del estado de Santa Catarina analizarán las vías bioquímicas implicadas en la respuesta del organismo al nuevo coronavirus. La propuesta del proyecto aprobado en el pliego emitido por el CNPq consiste en el montaje de un panel capaz de correlacionar los datos clínicos habituales de los individuos afectados por la enfermedad con los principales genes expresados por los leucocitos, las células del sistema inmunológico involucradas en la respuesta a la infección causada por el Sars-CoV-2. “Pretendemos crear una herramienta capaz de determinar el riesgo de muerte por la enfermedad para cada individuo, así como estimar las probabilidades de que cada uno de ellos requiera de internación en UTI [Unidad de Terapia Intensiva]”, explica el médico Felipe Dal Pizzol, investigador del Departamento de Medicina de la Universidad do Extremo Sul Catarinense (Unesc) y uno de los coordinadores del proyecto. “De esta manera”, dice, “esperamos poder anticiparnos a las posibles complicaciones e intervenir con más agilidad, internando con mayor prontitud a los pacientes que todavía no presentan síntomas graves de la enfermedad, pero que, según sus datos clínicos y las reacciones químicas detectadas en su organismo, pueden evolucionar hacia una etapa más crítica”.

Los recursos asignados por el pliego varían de acuerdo con la línea de investigación a la que esté vinculado el proyecto. El monto mínimo es de 50 mil reales, pero puede llegar a ser de 2,5 millones de esa misma moneda cuando involucre ensayos clínicos. De los 90 proyectos seleccionados, 48 se concentran en la región sudeste. Las mujeres son mayoría entre los 90 elegidos: 51 proyectos tienen como líderes a investigadoras. La neurocientífica Fernanda De Felice, por ejemplo, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), propone identificar los marcadores moleculares de infección o inflamación en el sistema nervioso central causados por el Sars-CoV-2. Este proyecto constituye un acuerdo entre el grupo dirigido por De Felice y Fernanda Tovar-Moll, presidenta del Instituto D’Or de Pesquisa e Ensino, mantenido por la red de hospitales privados D’Or São Luiz. En los últimos meses, los hospitales han recopilado datos de 5 mil pacientes. “El punto de partida será el análisis de muestras de sangre y también de líquido cefalorraquídeo (LCR) de pacientes con alteraciones neurológicas”, explica De Felice. El proyecto evaluará no solo el impacto agudo del nuevo coronavirus en el cerebro –se estima que alrededor del 40% de los pacientes hospitalizados presentan alteraciones neurológicas– sino también las secuelas a largo plazo. Para ello, los pacientes serán evaluados a los tres meses y un año después de su internación.

El grupo de la química Gabriela Rodrigues Mendes Duarte, del Instituto de Química de la Universidad Federal de Goiás (UFG), utilizará los recursos concedidos por el CNPq para avanzar en el desarrollo de un kit de diagnóstico capaz de identificar la presencia del virus desde los primeros días de la infección. “Utilizamos muestras de saliva o de las vías respiratorias obtenidas del fondo de la nariz o de la garganta”, explica Duarte. “Se las coloca en un microchip y se obtiene el resultado por colorimetría. Si el virus está presente, el material analizado adquiere una tonalidad verde fluorescente”. El resultado está listo en menos de dos horas. Una vez aprobada, la tecnología será transferida a una empresa interesada en producirla a gran escala.

En el marco de una las vertientes del pliego, que apoya el desarrollo y la prueba de vacunas, se seleccionaron excepcionalmente proyectos con potencial de brindar resultados a mediano plazo, dado que la carrera mundial por un agente inmunizante capaz de neutralizar la infección causada por el Sars-CoV-2 no llegará a tiempo para detener la primera ola de la pandemia. Un grupo de investigadores del Instituto Butantan, en São Paulo, mapeará y probará diferentes tecnologías que podrían utilizarse para el desarrollo de vacunas contra el nuevo coronavirus. Este mapeo guiará la estrategia del Butantan para generar plataformas tecnológicas capaces de producir inmunizantes, valiéndose de los expertos del instituto. “Estas plataformas podrán utilizarse para crear vacunas contra diferentes enfermedades simplemente modificando la información genética o una proteína para cambiar el objetivo. Las pocas vacunas contra el covid-19 que se están probando en humanos han sido creadas a partir de plataformas existentes”, dice el farmacéutico y bioquímico Renato Astray, del Laboratorio Multipropósito del Instituto Butantan, quien coordina el proyecto. El esfuerzo, explica, está dirigido a desarrollar una segunda generación de vacunas contra el covid-19. “No sabemos si las vacunas que se probarán en los próximos meses serán efectivas o si generarán una respuesta inmunológica duradera. Posiblemente sea necesario continuar desarrollando vacunas más eficaces y nuestro proyecto apunta a ese horizonte.

En el Distrito Federal, científicos de la Universidad de Brasilia (UnB) se proponen trazar un mapa de la propagación del virus mediante el monitoreo de las aguas de alcantarillado. Esperan poder detectar nuevos brotes de transmisión de la enfermedad con mayor celeridad. Desde hace algún tiempo, el químico Fernando Fabriz Sodré, del Instituto de Química de la UnB y coordinador del proyecto aprobado en el pliego emitido por el CNPq, trabaja en colaboración con la Compañía de Saneamiento Ambiental del Distrito Federal (Caesb) y con la Policía Civil y Federal en el monitoreo de las aguas cloacales para identificar la presencia de drogas ilícitas y metabolitos, con el propósito de poder estimar la exposición de la población a esas sustancias. “A partir del surgimiento de la pandemia, resolvimos adaptar nuestra línea de investigación con la ayuda de colegas de otros departamentos”, dice Sodré. Algunos estudios publicados a principios de marzo llaman la atención sobre el hecho de que se detectaron fragmentos de ARN del nuevo coronavirus en muestras de heces incluso antes de que aparecieran en las vías respiratorias de los pacientes. “El monitoreo del alcantarillado puede colaborar para prever posibles curvas de dispersión viral”, dice Sodré. Casi todo el alcantarillado de Brasilia va a parar a estaciones de tratamiento. Hay 15 en total, de las cuales 8 fueron seleccionadas para la extracción de las muestras. La idea es efectuar una recolección por semana durante los próximos dos años. “Será interesante medir el impacto de las estrategias adoptadas por el gobierno a partir del análisis de las muestras de aguas cloacales”, resalta el químico, que en el futuro planea ampliar esa estrategia para monitorear la dispersión de otros virus y contaminantes químicos.

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