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RECURSOS HUMANOS

La escasa movilidad académica en Brasil no tendría un impacto significativo en la productividad

Científicos que erigen sus carreras en las mismas instituciones donde se doctoraron producen tantos artículos como los que diversificaron su experiencia y migraron a otros centros

Rodrigo Cunha

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS) sugiere que, al menos en términos cuantitativos, la baja movilidad académica en Brasil no se traduce en un impacto significativo sobre la productividad científica. Según los autores, pertenecientes a la Escuela de Administración de la UFRGS, los científicos que desarrollan sus carreras docentes y como investigadores en la misma institución en la que obtuvieron el doctorado producen, en promedio, tantos artículos como aquellos que diversificaron su experiencia profesional y emigraron a otros lugares.

El trabajo se basó en los datos de 76.521 científicos brasileños de todas las áreas del conocimiento que se doctoraron entre 2000 y 2016, y actualmente trabajan en alguna institución educativa y de investigación del país, pública o privada. “Utilizamos los datos de la plataforma Lattes, que reúne miles de currículums académicos, para perfilar la trayectoria profesional de estos científicos”, resalta el ingeniero naval Denis Borenstein, uno de los autores del estudio, publicado en mayo en la revista científica Journal of Informetrics. “Diseñamos un software capaz de identificar el lugar en donde ellos se doctoraron, si realizaron pasantías posdoctorales y dónde, por cuáles instituciones pasaron y dónde trabajan”.

Posteriormente, los autores contrastaron esta información con los datos sobre la producción académica de los investigadores, tales como la cantidad de artículos, el factor de impacto de las revistas en donde salieron publicados y la cantidad de citas recibidas, entre otros. “Esto nos permitió clasificarlos de acuerdo con distintos grados de movilidad académica y estimar la influencia que ello tuvo en su productividad”, informa Takeyoshi Imasato, director de la Escuela de Administración de la UFRGS, uno de los autores del estudio. A grandes rasgos, se comprobó que tanto los científicos cuyas carreras se circunscribían a las instituciones en que obtuvieron su doctorado como los que emigraron a otros lugares publicaron, en promedio, la misma cantidad de artículos por año (véase la infografía).

Para los autores, una de las posibles explicaciones de este fenómeno sería que, en términos prácticos, los científicos brasileños que permanecen en un mismo lugar estarían más adaptados a la dinámica de trabajo de la institución, teniendo amplio acceso a su infraestructura de laboratorios y apoyándose en redes de colaboración mejor establecidas, mientras que los que emigran a otras universidades, algunas alejadas de los grandes centros, pasarían por un proceso de adaptación capaz de interferir en el ritmo de producción y publicación de nuevos trabajos. “Muchos de los artículos publicados son resultado de investigaciones realizadas en colaboración con otros científicos; en el caso de los que permanecen en una misma institución, colegas de la carrera de grado y del posgrado, antiguos profesores y supervisores”, dice Borenstein. “Los recién llegados a una institución tardan en formar vínculos y esto puede afectar su producción”.

El economista Marco Túlio Franca, investigador de la Escuela de Negocios de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUC-RS), quien no participó en el estudio, recuerda que Brasil ha atravesado un período de expansión de las universidades federales, que se nutrieron con cuadros académicos formados en otras instituciones, “que aún no logran producir tanto como los centros más consolidados”.

Es posible que el estudio de la UFRGS tenga una limitación porque al evaluar el impacto de la circulación en la productividad de los científicos no discrimina entre universidades públicas y privadas. La economista Tatiane Pelegrini, quien analizó la movilidad académica brasileña en su doctorado en la PUC-RS, subraya que la mayoría de los programas de posgrado privados están constituidos por individuos procedentes de otros lugares, lo que implicaría una alta movilidad. “Al mismo tiempo, se sabe que la presión para publicar es mayor en las instituciones públicas”, dice.

El trabajo de los investigadores de la UFRGS también constató que la productividad de los académicos asentados en su alma mater tiende a aumentar dependiendo de las experiencias que han tenido en otras instituciones. Los científicos que hicieron un doctorado sándwich o trabajaron en otras instituciones antes de establecerse en el lugar donde obtuvieron su doctorado, o que posteriormente pudieron hacer una pasantía posdoctoral en otro lugar, publicaron más que los que simplemente se fueron a trabajar en instituciones diferentes a aquellas en donde se doctoraron. Estos hallazgos, según analiza la politóloga Elizabeth Balbachevsky, docente de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), “fortalecen la noción de que el contacto, aunque sea mínimo, con otras culturas y ambientes de investigación, suele enriquecer la formación de los científicos, lo que se refleja en su producción”.

Diversos estudios indican que el tránsito de investigadores contribuye a diversificar las maneras de pensar los problemas científicos y aportan nuevos bríos a la producción académica dentro de las instituciones. También propicia la construcción de redes de contactos y el desarrollo de trabajos en colaboración, que, a menudo, dan lugar a investigaciones científicas más originales y de mayor impacto. No es casual que el tránsito de investigadores sea cada vez más valorado y estimulado en todo el mundo, en especial, en los países cuyos sistemas de enseñanza e investigación están más afianzados. Es el caso de Alemania, que desde hace décadas cuenta con una legislación específica (Hausberufungsverbot), que prohíbe la designación de jóvenes científicos en cargos docentes en las instituciones en donde se doctoraron, lo que los obliga a circular por otros lugares. “Los beneficios de la circulación académica son indiscutibles y está claro que se la debe estimular”, dice Imasato. “Lo que sugieren nuestros hallazgos es que, en el caso específico de Brasil y en lo que respecta a los aspectos cuantitativos, la movilidad, por sí sola, no tendría efectos tan directos en la productividad científica. Hay otras cuestiones, propias del sistema de enseñanza e investigación brasileño, que parecen influir en este vínculo. Habrá que identificarlas y tenerlas en cuenta a la hora de diseñar estrategias más efectivas para estimular la circulación de los investigadores”.

Rodrigo Cunha

Según Balbachevsky, la movilidad académica en Brasil se encontraría en una etapa de desarrollo intermedia. “Los científicos brasileños valoran la circulación por otras instituciones, sobre todo si son extranjeras, y se esfuerzan por emprender un doctorado sándwich, pasantías posdoctorales o incluso pasar temporadas como investigadores visitantes en otros lugares”, comenta. “El caso es que, al retornar a Brasil, tratan de hacer valer esas experiencias para conseguir un cargo en las mejores universidades del país, a menudo, las mismas en las cuales se graduaron”.

El politólogo italiano Marco Seeber, del Departamento de Ciencia Política y Gestión de la Universidad de Agder, en Noruega, experto en educación superior y política científica, explica que en Brasil, como en muchos países en desarrollo, la mayoría de los doctores del país se gradúan en un número limitado de universidades prestigiosas, “y estas suelen atraer y retener a los mejores”, le dijo a Pesquisa FAPESP. Los que no consiguen asentarse en esas instituciones se ven obligados a buscar oportunidades en otras no tan consolidadas.

Según el sociólogo portugués Hugo Horta, de la Facultad de Educación de la Universidad de Hong Kong, la práctica que llevan adelante las instituciones de prestigio de seleccionar a los mejores entre un vasto conjunto de candidatos disponibles es conocida en la literatura específica como cherry picking (selección de cerezas). “Las universidades contratan a los mejores académicos que han ayudado a formar. Estos, a su vez, sacan partido de los recursos, la infraestructura y la influencia de esas instituciones para producir más y mejor, colaborando en la formación de nuevos científicos de excelencia, que en el futuro probablemente serán contratados por estas mismas universidades”, explica el investigador, quien desde hace más de una década estudia el impacto de la movilidad académica en la producción científica. Esta práctica propicia un fenómeno conocido como endogamia académica, en la cual científicos y docentes se vinculan solamente con los investigadores que ayudaron a formar. Uno de sus efectos perjudiciales de ello es la dificultad para diversificar las agendas de investigación con ideas que viene de afuera y a menudo, se las asocia con males como el clientelismo, el nepotismo y el favoritismo.

Las políticas de estímulo a la movilidad presuponen el fortalecimiento de las demás universidades del país

Estudios recientes apuntan que, en Brasil, el nivel de endogamia académica tiende a ser mayor en las instituciones de renombre de las regiones del sur y el sudeste. “En 2016, el 70 % de los investigadores contratados por la Universidad de São Paulo [USP] se habían doctorado en esta institución, mientras que en la Universidad de Campinas [Unicamp], ese porcentaje era de un 55,3 %”, resalta Luís Filipe de Miranda Grochocki, director de estudios educativos en el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas (Inep), quien analizó la endogamia académica y sus efectos en la productividad científica en Brasil durante su doctorado, concluido en 2020 en la Universidad Stanford, en Estados Unidos. “Si esta práctica tiene efectos negativos en la productividad, tal como muchos estudios lo sugieren, cabría esperar que la endogamia en esas instituciones fuera baja, pero no es así. Esto sugiere que, en Brasil, el vínculo entre la movilidad y la productividad tiende a ser más complejo”.

A su juicio, ello se debe en gran medida a las desigualdades regionales del país en materia de ciencia, tecnología e innovación (CT&I). “Las actividades de CT&I están altamente concentradas en pocas instituciones de enseñanza e investigación del sur y del sudeste”, dice Grochocki. “Estas concentran los mejores programas de posgrado, tienen más acceso a recursos financieros, producen más, forman científicos altamente calificados y acaparan las mejores oportunidades laborales, por lo que los individuos que se doctoran en esas instituciones tratan de quedarse allí”. Por otro lado, los programas de posgrado, especialmente los que tienen calificaciones 6 y 7 según la evaluación de la Coordinación Nacional de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), un organismo dependiente del Ministerio de Educación, suelen conceder preferencia a los académicos que ayudaron a formar porque consideran que así mantendrán el alto nivel de sus carreras.

Una vez contratados, esos investigadores tienden a quedarse en la institución, sobre todo porque el diseño institucional de la mayoría de las universidades brasileñas suele valorar y recompensar a aquellos que desarrollan su carrera en un mismo lugar, por eso en Brasil todavía se da el caso de que haya concursos para profesor titular con un solo candidato: el más antiguo del departamento. La situación es diferente en países tales como Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania, donde las universidades se esfuerzan por atraer talentos de afuera: parte del prestigio de esas instituciones está asociado con la cantidad de postulantes que consiguen traer de otras regiones.

Esas naciones también disponen de varias instituciones con historial de prestigio que producen ciencia de alto nivel distribuidas por todo su territorio. “Ese equilibrio, indirectamente, acaba estimulando la movilidad interna de los científicos”, destaca Grochocki. “Una universidad clase A, como Yale, por ejemplo, no necesita limitarse a contratar solamente a los científicos que ha colaborado a formar. Su radio de búsqueda puede ser más amplio, porque existen varias otras instituciones estadounidenses de excelencia que forman científicos tan calificados como los propios”. De igual manera, añade, los investigadores graduados en Harvard pueden optar por competir por puestos en Stanford, porque saben que tendrán acceso a recursos, infraestructura y prestigio similares.

En su opinión, las políticas de estímulo a la movilidad académica, en el marco de un proceso de descentralización de las actividades de CT&I en el país, presuponen el fortalecimiento de las demás universidades e institutos de investigación, acorde con sus demandas y potencialidades regionales. La Capes ha creado dos programas con este objetivo, llamados Minter y Dinter, en los que las carreras de posgrado con notas 5 a 7, las más altas del modelo de evaluación brasileño, reciben a estudiantes de maestría y doctorado de instituciones alejadas de los principales centros productores de CT&I. “La existencia de programas de posgrado sólidos en determinadas universidades puede ser estratégico, pero su concentración en una cantidad limitado de instituciones y estados puede que no sea la mejor política para fortalecer el sistema nacional de enseñanza e investigación, combatir la endogamia y estimular el tránsito de investigadores”, advierte Grochocki.

Artículo científico
Borenstein, D. et al. The academic inbreeding controversy: Analysis and evidence from Brazil. Journal of Informetrics. v. 16, n. 2, p. 1-13. may. 2022.

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