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AGRONOMÍA

Estrategias que pueden reducir la dependencia externa para producir fertilizantes en Brasil

Técnicas para aumentar la eficiencia en el uso de estos productos, la inoculación de microorganismos en semillas y el mapeo de nuevas fuentes de insumos tienen potencial para paliar la necesidad de importar materia prima

Maquinaria agrícola pulverizando fertilizantes en una plantación de soja del estado de Goiás

Mateus Bonomi / Anadolu Agency via Getty Images

En el mes de marzo, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil lanzó una nueva versión del Plan Nacional de Fertilizantes (PNF) con el objetivo de disminuir la dependencia de las materias primas importadas para la producción de fertilizantes químicos. Las metas son ambiciosas: para 2030 se pretende reducir las importaciones desde el 85 % actual hasta un 60 % y llegar a un 45 % en 2050. Una de las estrategias del plan consiste en proporcionarles a los productores rurales el conocimiento que les permita incrementar la eficiencia en el uso de estos productos y un manejo sostenible del suelo. Con ese propósito, la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), puso en marcha a principios de mayo la Caravana Embrapa FertBarsil: jornadas de capacitación que se desarrollarán en 48 núcleos agrícolas del país para enseñarles a los técnicos y agricultores a sacar provecho de fuentes de fertilizantes escasamente utilizadas, como es el caso de la biomasa, e instruirlos en el uso de técnicas tendientes a paliar las pérdidas en su aplicación. Con esto se espera aumentar la eficiencia en el uso de fertilizantes. “Estas disposiciones les permitirán a los productores rurales ahorrar en los gastos de adquisición de estos insumos”, dice el agrónomo José Carlos Polidoro, de Embrapa Suelos, cuya sede se encuentra en Río de Janeiro.

La introducción de mejoras en el manejo es importante, pero no suficiente. “También hace falta implementar políticas de estímulo a la fabricación nacional a partir de las tecnologías que ya dominamos”, dice el ingeniero de materiales Caue Ribeiro, de Embrapa Instrumentación, en São Carlos, interior de São Paulo.

En la actualidad, el país cuenta con alrededor de 20 proyectos industriales inconclusos que tienen como meta la producción de fertilizantes nitrogenados, fosfatados y potásicos, que contienen, respectivamente, los elementos químicos nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K), esenciales  para el crecimiento de las plantas. Estos fertilizantes se utilizan en diferentes proporciones dependiendo del tipo de cultivo y de las características del suelo.

Uno de estos proyectos es la unidad de fertilizantes nitrogenados que Petrobras comenzó a construir en 2011 en Três Lagoas, en el estado de Mato Grosso do Sul, cuyas obras recién se reanudaron este año. “También hay proyectos para producir fertilizantes fosfatados en São Paulo, Minas Gerais, Rio Grande do Sul y fertilizantes potásicos en la Amazonia, con limitaciones asociadas a las restricciones ambientales o de factibilidad”, comenta Polidoro.

Brasil es el tercer productor global de alimentos, solo superado por China y la India. En 2019, la agricultura brasileña generó 1.080 millones de toneladas de cereales, hortalizas, frutas, oleaginosas, raíces y tubérculos, lo que equivale a un 11 % de la producción mundial, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentados en el World Food and Agriculture Statistical Yearbook 2021. Este nivel de producción exige el uso de ingentes cantidades de fertilizantes químicos, lo que convierte al país en el cuarto mayor consumidor en volumen total de estos insumos. Según el anuario, en 2019 fueron 16,5 millones de toneladas, frente a los 19,9 millones de Estados Unidos, 29,9 millones de la India y 47,5 millones de China.

La dependencia de materias primas del exterior aumentó más de cuatro veces en las dos últimas décadas y esto se hizo más evidente tras la invasión rusa a Ucrania. La necesidad de importarlas pone a la agricultura nacional en una situación de vulnerabilidad ante el alza de los precios que fijan los pocos países responsables del abastecimiento mundial; estos aumentos se producen a causa del aumento de la demanda de los últimos años como así también por el escenario geopolítico, como es el caso de la guerra en Ucrania. Rusia es el mayor productor de la materia prima principal del mercado mundial de fertilizantes: el granulado NPK, el más usado en Brasil, que contiene los tres elementos. “Alrededor del 22 % de los fertilizantes importados por Brasil procede de Rusia”, comenta el agrónomo Paulo César Teixeira, de la estatal Embrapa Suelos. “El gobierno brasileño ha estado buscando otros proveedores y aparentemente no habría escasez a corto plazo”.

La dependencia externa de casi todo el fertilizante que se utiliza en el país es, en parte, fruto de las políticas que se han adoptado en las últimas tres décadas. La producción nacional, que arrancó en la década 1970, era estatal y fue privatizada en la década de 1990. Entonces, los productores comenzaron a enfrentar dificultades para mantenerla por cuestiones económicas y estructurales, como el alto costo logístico y las dificultades para la extracción y procesamiento de la materia prima brasileña debido a las características geofísicas. “Las empresas optaron por empezar a producir en el exterior y traerla a Brasil, algo facilitado en 1997 por la exención de impuestos estaduales y federales sobre la importación”, relata Polidoro. Los subsidios se mantuvieron hasta 2021.

“A causa del alto costo de instalación de las fábricas, del impacto ambiental y de la logística implicada, los fertilizantes nunca fueron commodities atractivas para los productores privados”, dice el ingeniero agrónomo José Oswaldo Siqueira, profesor emérito de la Universidad Federal de Lavras (Ufla) y exdirector científico del Instituto Tecnológico Vale (ITV). En función de estas características del mercado y del aumento de la producción agrícola nacional, la importación de fertilizantes, que era de un 20 % a finales del decenio de 1990, desde entonces ha crecido a un ritmo de un 6 % a un 8 % anual, lo que ha contribuido a la ampliación del déficit.

No obstante, hay margen para mejorar y reducir el uso de fertilizantes químicos, porque Brasil utiliza una alta concentración por superficie. En promedio, emplea 304 kilogramos por hectárea (kg/ha), un volumen tan solo inferior al que utiliza China (393 kg/ha) y más de dos veces superior al promedio mundial (137 kg/ha).

Expertos entrevistados por Pesquisa FAPESP sostienen que, además de la conveniencia de la reanudación de la producción nacional, sería necesario estimular la producción de fertilizantes más eficientes, con una menor pérdida de nutrientes y un mejor aprovechamiento del mismo por las plantas.

Hace algo más de una década, Ribeiro, de Embrapa, junto a colaboradores de la Universidad de São Paulo (USP) en São Carlos, desarrollaron con el apoyo de la FAPESP y otras agencias de financiación federales un material nanoestructurado elaborado a base de arcilla y urea que permite la liberación lenta de nitrógeno, disminuyendo su pérdida por volatilización en la atmósfera, uno de los factores principales que reducen la eficacia de los fertilizantes nitrogenados. El proceso de producción de los gránulos, descrito en 2012 en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, le valió a Embrapa una patente. Los gránulos del nuevo fertilizante de liberación lenta fueron probados en cultivos de gramíneas forrajeras en invernadero y en el campo y demostraron ser más eficientes que los fertilizantes comunes y que una versión de liberación lenta disponible en el mercado, de acuerdo con los resultados publicados en 2017 en la revista ACS Sustainable Chemistry and Engineering. “La reducción de la emisión de gases volatilizados a la atmósfera fue de hasta un 90 %”, informa Ribeiro.

Para Polidoro, se podría alcanzar mayor autonomía mediante la adopción de buenas prácticas en el manejo de los abonos, la utilización de bioinsumos y residuos con potencial de uso agrícola, aparte de otros productos como los fertilizantes organominerales (combinaciones de NPK con fuentes orgánicas).

La inoculación de microorganismos seleccionados (bacterias u hongos) en las semillas de algunos granos también puede reducir la necesidad de abono con nitrógeno. Las investigaciones iniciadas en Brasil en la década de 1960 por la agrónoma Johanna Döbereiner (1924-2000), nacida en la antigua Checoslovaquia, demostraron que las bacterias del género Rhizobium, que viven en el suelo, transforman el nitrógeno de la atmósfera en nutrientes para algunas leguminosas como la soja. Este proceso les genera un ahorro de 2.000 millones de dólares por año a los productores brasileños.

Actualmente, pueden aplicarse bacterias y hongos seleccionados junto con las semillas durante la siembra, favoreciendo la fijación de nitrógeno e incrementando su disponibilidad para las plantas. “Se han probado otros inoculantes para la fijación biológica del nitrógeno en el maíz, como las bacterias Azospirillum brasiliense, y Embrapa ha desarrollado soluciones para elevar la disponibilidad de fósforo en otros cultivos”, dice Ribeiro.

El Servicio Geológico de Brasil (SGB), ha estado estudiando otra alternativa, para la cual está mapeando en São Paulo y otros estados rocas con potencial interés agrícola que contienen fósforo, potasio, macro y micronutrientes. Estas rocas pueden triturarse hasta transformarlas en un polvo fino que luego se deposita en el suelo. “Esta estrategia está siendo utilizada sistemáticamente en el país por productores privados”, dice el agrónomo Ruy Caldas, investigador colaborador de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq), de la USP. En el mes de junio, el SGB y la Esalq firmaron un convenio de cooperación para explorar la eficacia de esta estrategia. Según Caldas, podría tener un impacto importante en el sector de azúcar y alcohol.

Proyectos
1.
Desarrollo y evaluación agronómica de un nuevo fertilizante a base de nanocompuestos de azufre-fosfatos minerales (nº 16/09343-6); ModalidadBeca posdoctoral; Investigador responsableCaue Ribeiro de Oliveira (Embrapa); Beneficiario Gelton Geraldo Fernandes Guimarães; Inversión R$ 136.801,98
2. Desarrollo de métodos analíticos para determinar la calidad de los fertilizantes y los residuos de las curtiembres (nº 15/14488-0); Modalidad Ayuda de Investigación – Regular; Investigadora responsable Ana Rita de Araujo Nogueira (IQSC-USP); Inversión R$ 199.669,33.

Artículos científicos
PEREIRA, E. I. et al. Urea−montmorillonite-extruded nanocomposites: A novel slow-release materialJournal of Agricultural and Food Chemistry. n. 60, p. 5267−72. 2012.
PEREIRA, E. I. et al. Controlled urea release employing nanocomposites increases the efficiency of nitrogen use by forageACS Sustainable Chemistry and Engineering. v. 5, n. 11, p. 9993-10001. 2017.

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