Fernando Carvall“Cuando vi los resultados, pensé: este virus se va a propagar por todo el mundo”
Los primeros informes sobre la enfermedad en China despertaron mi curiosidad. Los chinos revelaron que la puerta de entrada del virus en las células es el receptor de la enzima conversora de angiotensina [ACE2]. Su expresión depende del gen ACE2, que cumple funciones importantes en el metabolismo cardiovascular, regulando la presión arterial.
Las marcas que la evolución imprime en el genoma constituyen uno de los intereses de mi trabajo en el Laboratorio de Evolución Humana y Molecular de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul [UFRGS] y por eso resolví estudiar a ese gen junto con mi equipo. Pretendíamos analizar de qué forma variaban la ACE2 y su gen responsable en 70 especies de mamíferos. Seleccionamos 30 sitios de unión de la proteína con el virus del tipo Sars y comenzamos a estudiarlos. Esos sitios suelen presentar una gran variabilidad entre las distintas especies y, de hecho, eso es lo que detectamos en nuestro trabajo. Pero cuando los analizamos en las diversas poblaciones humanas, no hallamos ninguna variación en los 30. Esto significa que todos, potencialmente, serían susceptibles al Sars-CoV-2. En mi fuero interno pensé: la pandemia es un hecho, se va a propagar por todo el mundo. El virus halló un huésped perfecto para propagarse: el ser humano, con una movilidad y un tamaño poblacional inauditos.
La motivación de mi equipo consistió en colaborar en el esfuerzo de investigación tendiente a la comprensión de la pandemia, aprovechando nuestra pericia en el área de la evolución biológica. Lo tomo como una obligación. El aislamiento social no implica vacaciones. Tenemos que hacer lo máximo que se pueda. El país está pagando nuestros sueldos y becas, por lo tanto debemos trabajar.
Maria Cátira Bortolini es docente en el Instituto de Biociencias de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS).
Testimonio concedido a Fabrício Marques
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Fernando Carvall“Nos topamos con los límites de la técnica y de la ciencia”
No creíamos que fuera posible una tragedia humanitaria como esta. Formo parte de una generación de indígenas que confía en el poder de la ciencia. No esperábamos que la humanidad pudiera verse sometida ante un elemento tan diminuto e invisible. Como investigadores académicos, debemos tener la humildad de asumir que nos hemos deparado con los límites de la ciencia y de la técnica. Esta humildad no significa empequeñecernos, sino estar dispuestos a complementar los conocimientos con otros saberes, y esto incluye a las ciencias indígenas.
Hemos padecido la pérdida irreparable de líderes y chamanes indígenas. Con la muerte de esos sabios, los universos de la sabiduría milenaria han desaparecido. Los chamanes se encargan de producir y conservar el conocimiento tradicional, que solo transmiten a unos pocos herederos que deben adquirir entrenamiento en un largo proceso ritual. Las generaciones más jóvenes tienen dificultades para atenerse a esos protocolos y, a causa de ello, el conocimiento tradicional ha afrontado retos para perdurar. Estamos animando a la joven generación para que cree estrategias tendientes a asimilar esta sabiduría.
Toda mi familia reside en la ciudad de São Gabriel da Cachoeira, que acumula más de 3 mil casos registrados y todavía no llegado al pico de la pandemia. En su entorno viven unas 800 comunidades y sabemos que el virus ya se ha propagado por casi todas. No obstante, hay algo que nos tranquiliza. Al principio pensamos que el virus causaría un genocidio. El único hospital de São Gabriel no dispone de camas de UTI. Pese a las importantes pérdidas, notamos que la gente ha logrado sobrevivir a la enfermedad cuidándose en sus propios hogares, recurriendo a la medicina tradicional y afianzando los lazos de solidaridad.
El antropólogo Gersem dos Santos Luciano (Gersem Baniwa) es el coordinador de la carrera de Formación de Docentes Indígenas –Profesorado Intercultural Indígena–, de la Facultad de Educación de la Universidad Federal de Amazonas (Ufam).
Testimonio concedido a Christina Queiroz
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Fernando Carvall“Soñé que un autobús escolar fuera de control caía en el río”
Cuando la enfermedad apareció en Europa, tuve un sueño en el cual veía desde la ventana de mi dormitorio, en el décimo piso, que un autobús escolar se acercaba descontrolado y caía en el río. La gente se ahogaba y yo veía la sangre y oía sus gritos, pero no podía hacer nada.
Existen teorías que ven al sueño como un ambiente de realidad virtual en el que uno adquiere habilidades para un futuro próximo. Estábamos desarrollando una aplicación que permite que un voluntario grabe y almacene en nuestro servidor datos de alta calidad con un mínimo de 30 segundos de duración. He recabado más de 200 relatos, registrando en audio los sueños de la pandemia, y pudimos confrontarlos con los recopilados entre septiembre y noviembre de 2019.
Notamos un aumento de la cantidad de palabras relacionadas con la ira y la tristeza. Lo que cambió en sus vidas fue una adaptación a las nuevas estrategias de higiene para protegerse de la contaminación. Los individuos más aislados y con dificultades para interactuar en un entorno virtual eran los que tenían más sueños con temas relacionados con la higiene.
Yo estaba viviendo en la ciudad Natal, pero me divorcié en plena pandemia y me vine a vivir a Río de Janeiro, cerca de mi familia. Mantengo mis investigaciones en la UFRN [Universidad Federal de Rio Grande do Norte] y en la UFPE [Universidad Federal de Pernambuco]. Ya estaba trabajando bastante en forma remota y, en ese sentido, la cuarentena no modificó demasiado mi actividad. Incluso he aumentado mi producción.
Intento mantener la división de tareas y estar presente en todo momento. No sirve de nada pensar en el trabajo cuando tengo que limpiar la casa, o cuando juego con mis hijos.
Natália Mota es psiquiatra y neurocientífica, investigadora posdoctoral de la UFPE, en colaboración con la UFRN y la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-RJ).
Testimonio concedido a Maria Guimarães
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Fernando Carvall“Me muero de ganas navegar”
Como varios de mis colegas del IO [Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo], me estoy muriendo de ganas de salir al mar. No me embarco desde noviembre del año pasado. Estoy frustrado. Mis alumnos de iniciación a la investigación científica y del posgrado me preguntan cuándo vamos a embarcarnos y debo decirles que no lo sé. Solo cuando esta pandemia se aplaque o pase. Ha sido un mes muy estresante. Tengo un proyecto con la Universidad Federal de Santa Catarina y teníamos que extraer un montón de equipos colocados en el fondo del mar, entre São Sebastião y el límite del estado de Río de Janeiro con el de Espírito Santo. Era una cosa urgente, porque las baterías de los dispositivos podían acabarse y entonces ya no tendríamos forma de comunicarnos para ubicarlos. Para rescatarlos, enviamos una señal, ellos la reciben, liberan una boya y suben a la superficie. Eran sismógrafos y otros aparatos que se usan para medir las corrientes a lo largo de la columna de agua. Algunos se encontraban a más de 2 mil metros de profundidad. Teníamos la intención de utilizar el buque Alpha Crucis, pero una semana antes de la expedición un tripulante dio positivo en un examen de covid-19 y podría haber mantenido contacto con otros. En una semana, tuvimos que organizar otro barco con otra tripulación, realizar los test de covid-19 con los que iban a embarcarse y zarpar el 12 de junio para cumplir con el cronograma de trabajo. Armamos un equipo extremadamente acotado, con cuatro personas en lugar de 12. Yo no pude ir, porque pertenezco al grupo de riesgo, pero pensaba en la fatiga de los que estaban a bordo. Tuvieron que trabajar casi sin dormir. Recuperaron casi todos los equipos y regresaron el domingo 21.
Michel Michaelovitch de Mahiques es docente e investigador en el Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo.
Testimonio concedido a Carlos Fioravanti
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Fernando Carvall“El negacionismo ha complicado la respuesta de Brasil a la pandemia”
Mi 2020 estaba completamente planificado. Iba a hacer un intercambio en la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, durante el segundo semestre del año. Por eso había concentrado en el primer semestre todas las materias que debía impartir este año. Pero sobrevino la pandemia y todo se volvió un poco caótico. Las clases presenciales en la Fundación Getulio Vargas fueron suspendidas y, de un momento a otro, nos vimos inmersos en capacitaciones para ofrecer clases a distancia. Estuve ocupada preparando clases y atendiendo a los alumnos. En medio de todo esto, un periodista de la FGV me pidió que escribiera sobre la respuesta de Brasil a la pandemia. Empecé a prestarle atención al tema y vislumbré un buen tema de investigación.
Recordé a un politólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan, Scott Greer, con quien había colaborado. Le pregunté si estaba haciendo algo sobre la pandemia. Él estaba preparando un libro y se proponía crear una red internacional para estudiar la reacción de los países ante la pandemia. Me invitó para que fuera una de las editoras del libro. Mi trabajo consiste en reclutar a investigadores de otros países de América Latina para que se sumen a este esfuerzo y escribir sobre Brasil, un caso que despierta interés en todo el mundo.
En Brasil, el hecho de que el presidente de la República menosprecie los efectos de la pandemia y tenga una visión opuesta a la de los gobernadores y secretarios de Salud de los estados generó inseguridad en una coyuntura en la cual la población necesitaba confiar en las autoridades para adoptar medidas voluntarias de aislamiento social. El negacionismo y la desinformación condicionaron la respuesta del país al covid-19.
Elize Massard da Fonseca es docente del Departamento de Gestión Pública de la Escuela de Administración de Empresas de São Paulo de la Fundación Getulio Vargas (Eaesp-FGV) e investigadora del Centro de Estudios de Política y Economía del Sector Público de esa institución
Testimonio concedido a Fabrício Marques
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Fernando Carvall“El proceso inflamatorio causado por el covid-19 se asemeja al que ocasiona la sepsis”
Con la agudización de la pandemia, nuestro grupo empezó a debatir cómo podría generar conocimiento sobre el nuevo coronavirus. Estoy a cargo de la coordinación del Centro de Investigaciones de Enfermedades Inflamatorias [Crid], cuyo objetivo consiste en entender la fisiopatología de las enfermedades inflamatorias y proponer objetivos terapéuticos para el desarrollo de nuevos medicamentos. Convocamos a los científicos y resolvimos que podríamos hacer un aporte.
En trabajos anteriores, demostramos que una enfermedad inflamatoria, la sepsis, genera respuestas sistémicas similares a las que ahora exhibe el coronavirus. La sepsis derrama en el torrente sanguíneo mediadores inflamatorios que afectan a órganos tales como el corazón, los riñones y el hígado, pero principalmente a los pulmones. Demostramos que, en la sepsis, los mediadores que causan lesiones en los pulmones son las trampas extracelulares de neutrófilos [NETs, en inglés]. Cuando un neutrófilo encuentra una gran cantidad de bacterias, muere y emite una red de mediadores que matan a los microorganismos. Pero esto genera una lesión en el tejido, que hace que las células sigan liberando esas redes.
En los casos graves de covid-19, la infección también genera un proceso inflamatorio intenso. En experimentos in vitro, demostramos que pequeñas muestras de los pulmones de los pacientes con coronavirus estaban llenas de NETs. Ahora vamos a estudiar ese fenómeno en un modelo experimental. Mi propósito es coordinar ese trabajo sin salir de mi casa. No asisto a la facultad desde el inicio de la pandemia. Algo raro en esta experiencia de confinamiento es que uno le toma miedo a salir cuando es necesario. Solo he salido para comprar alimentos.
Fernando de Queiroz Cunha es docente en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la USP (FMRP-USP) y coordinador del Centro de Investigación en Enfermedades Inflamatorias, uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) financiados por la FAPESP.
Testimonio concedido a Fabrício Marques
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